En el año 2005 cuando comenzó el proyecto de filmación de lo que sería la nueva película de James Bond, la productora Barbara Broccoli que ya había convocado a Pierce Brosnan para que interpretara al famoso espía inglés en cuatro ocasiones fue la encargada de elegir a un sucesor. Pese a que Brosnan sentía que aun podía ponerse en la piel de 007, Daniel Craig fue quien protagonizó Casino Royale en el 2006. Y curiosamente ese fue el origen de la película El Aprendiz (The November Man). Disgustado con la decisión de los realizadores, Pierce Brosnan decidió que inauguraría su propia franquicia cinematográfica de espías y en el mismo año del debut de Daniel Craig como Bond, compró los derechos de la novela de Bill Granger. Ocho años después finalmente podemos ver los resultados.
La historia comienza cuando el agente Peter Deveraux protagoniza una escena en la que algo no sale como debería y por algún motivo, un buen par de años después ya estando retirado vuelve a ser contactado por su viejo empleador de la CIA. Y por esas cosas de los thrillers policiales él termina siendo cazado nada menos que por el agente a quien entrenó años atrás. En el medio Pierce Brosnan es retratado como un Jason Bourne jubilado que se codea con mafiosos, ex agentes, una Olga Kirylenko en el rol de la doncella en apuros y un montón de gente que saca número para intentar matarlos.
Aun queriendo disfrutar de la película desprovisto de toda posible pretensión, la obra del director Roger Donaldson es difícil de seguir. Y el problema no es la complejidad de la trama ni la carencia de escenas de acción, sino la ineficacia al atraer al espectador desde una mala construcción de los personajes hasta una indiferencia absoluta por que el conflicto se resuelva.