No tiene descanso
Peter Deveraux (Pierce Brosnan) es un agente de la CIA que decide retirarse luego de una fallida operación en la que estaba involucrado Mason (Luke Brasey), un joven agente a quien él entrenaba. Lejos de todo, y disfrutando de su retiro en Suiza, es llamado para una nueva y complicada misión en la que también está involucrada su exmujer y madre de su hija. La misión consiste en proteger a Alice (Olga Kurylenko), una testigo clave que puede incriminar a un importante candidato presidencial ruso con los crímenes de guerra ocurridos en Chechenia.
Por supuesto las cosas no salen como esperaba, y se ve envuelto en una complicada trama política, donde nada ni nadie es lo que parece, y se convierte en el blanco de poderosos enemigos, mientras trata de mantener a salvo a Alice para que puede testificar. Nuevamente Mason aparece en escena, quien ya no es un novato, sino un experimentado agente y dentro de la complicada trama de traiciones se debate entre la lealtad a su trabajo o a su antiguo mentor.
Las escenas transcurren en varias ciudades europeas, por las que los protagonistas se persiguen a pie, en auto, o saltando por ventanas, y no se escatima en patadas y tiros para que la acción no cese y la historia sea dinámica.
La trama es clásica para una historia de acción e intrigas internacionales, no pretende innovar demasiado, pero dentro de un argumento predecible, sabe enganchar al espectador con escenas de acción muy bien construidas y cartas que se juegan a último momento.
Las actuaciones son las esperables, excepto por Pierce Brosnan que ya es un experto en la materia y es el eje de toda la historia.