El fútbol como catalizador y síntesis de la sociedad
Curiosa coproducción entre Argentina e Italia rodada en blanco y negro en locaciones de Cerdeña y con el fútbol como excusa para exponer, en tono de comedia, ciertos excesos y miserias sociales.
Como una suerte de cuento de Roberto Fontanarrosa filmado con aires experimentales (los planos son en su mayoría muy bellos), El árbitro se escapa por completo del naturalismo y no le incluso teme al artificio más furioso (escenas musicales, tono ampuloso). El resultado es una verdadera rareza, que se disfruta pero sólo si se entra en los códigos y convenciones que la película propone.
Reconocido cortometrajista y documentalista, Paolo Zucca narra en su Cerdeña natal dos historias paralelas que luego se irán uniendo. Por un lado, la del Atlético Pabarile, el equipo más flojo de la tercera división de la región que es dirigido por… ¡un ciego! Y es sistemáticamente humillado por el Montecrastu, que maneja un poderoso hacendado/mafioso. Las cosas cambian por completo cuando regresa al pueblo rural -luego de un paso por la Argentina- el talentoso Matzuzi. Por otro, está el derrotero del ambicioso árbitro Cruciani (Steffano Accorsi), quien va ascendiendo en su carrera a fuerza de corrupción.
El fútbol, se sabe, es catalizador y de alguna manera síntesis de los comportamientos sociales y, en ese sentido, El árbitro resulta una sátira bastante audaz, poco convencional, y con no pocos hallazgos narrativos y visuales.