En su debut cinematográfico, el director Paolo Zucca muestra un film que gira en tono de comedia y se mezcla con el grotesco y la sátira.
Todo va girando en tono de comedia y se mezcla con el grotesco y la sátira. El Atlético Pabarile, es un equipo de fútbol encabezado por Próspero (Benito Urgu) un entrenador ciego y muy sabio; es el peor equipo y el más pobre en todo sentido del pueblo de Cerdeña. El Atlético Pabarile es humillado como cada año por el Montecrastu, equipo dirigido por Brai (Alessio Di Clmenete), un ser arrogante y soberbio que trata a todos como esclavos, ingresa a los bares montado en su caballo (una muestra de superioridad) y tiene un alto nivel adquisitivo.
El regreso del joven crack Matzutzi (Jacopo Cullin) proveniente de Argentina, renueva las esperanzas. Su presencia revoluciona el equilibrio de la liga y el Atlético Pabarile comienza a ganar un partido tras otro, gracias a las hazañas de su nuevo campeón. Pero al igual que en otros ámbitos existe la corrupción que se encuentra presente en todo momento.
En paralelo al desarrollo de la historia se encuentra retratado el personaje ambicioso del árbitro Cruciani (Steffano Accorsi) que sólo quiere dirigir la final y hará lo imposible para conseguir su objetivo, al igual que cada uno de los personajes que componen la trama. Existe otra subtrama con dos primos futbolistas del Montecrastu, involucrados en una venganza familiar vinculada con los arcaicos códigos del mundo rural.
La historia se va entretejiendo con un árbitro internacional, un entrenador ciego, una gruñona indómita, un pastor vengativo y un goleador improbable, quienes comparten sus destinos en el campeonato de fútbol más desordenado del mundo, que además muestra el negocio del fútbol y aquello que hay de cierto o mentira quedará para que lo descubrirá el espectador.
Tiene mucho de sátira, con toques cómicos y grotescos, con escenas coreografiadas que corresponden a los entrenamientos. Por otra parte denota un humor sano, constituyendo un hábil entretenimiento. Se encuentra rodada en su totalidad en blanco y negro, y aporta su música Andrea Guerra. Se la puede relacionar con alguno de los cuentos de: Eduardo Sacheri, Osvaldo Soriano o Roberto Fontanarrosa. Resulta un sentido homenaje al futbol amateur. Anteriormente se hizo en el formato de cortometraje y el director obtuvo el premio “David di Donatello” en 2009.