Este nuevo documental del realizador Tomás Lipgot, cuyos trabajos anteriores ("Ricardo Becher-Recta Final", sobre el director de cine internado en un geriátrico, o "Moacir", sobre el cantante brasileño que estuvo en el Hospital Borda) también intentan abordar a personajes difíciles, se centra en Jack Fuchs, un polaco de 88 años sobreviviente del Holocausto que actualmente vive en Buenos Aires y para el cual tuvieron que pasar cuatro décadas luego del horror para que empezara a contar su conmovedora historia.
Con tan sólo 15 años fue encerrado en el gueto de su pueblo natal hasta 1944, fecha en que fue deportado junto a su familia a Auschwitz. Desde ese momento perdió contacto con sus seres queridos y fue trasladado nuevamente al campo de concentración de Dachau, donde fue obligado a trabajar. Allí permaneció hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Cuando despertó de la pesadilla real, viajó a Estados Unidos y en 1963 se radicó definitivamente en Buenos Aires,
En los últimos años, Fuchs se ha dedicado intensivamente a la difusión del tema de la Shoá (la memoria del Holocausto) en numerosas instituciones, escuelas y universidades judías y también católicas de varias ciudades del país.
Actualmente es colaborador de la sección "Contratapa" del diario Página/12.
Tras 40 años de silencio, Jack Fuchs pudo comenzar a contar su historia, primero en una entrevista concedida a Página/12 hace más de veinte años y posteriormente en un libro que la psicoanalista y poeta Eva Puente escribió luego de incontables horas de conversación con Jack y cuyo título dio nombre a éste documental.
Luego Fuchs escribió los libros "Tiempo de Recordar" (Editorial Milá, Buenos Aires, 1995) y "Dilemas de la Memoria" (Editorial Norma, Buenos Aires, 2006), donde relata su infancia en Polonia, recuerda a sus padres y hermanos, analiza el avance del nazismo e, incluso, opina sobre temas de actualidad como el conflicto árabe-israelí.
Una cámara que busca permanentemente transmitir los sentimientos de un ser humano que sufrió los horrores de Auschwitz y que perdió a toda su familia en la Segunda Guerra Mundial, pero que ha logrado rearmar su vida con mucho humanismo, combinada con material de archivo, entrevistas y grabaciones de VHS realizadas por el propio Fuchs en su visita años atrás a Polonia y al campo de concentración, sirven para retratar la historia de este sobreviviente del genocidio nazi que a sus casi noventa años, con rostro sereno, tono distendido y con gran lucidez y sabiduría, relata parte de sus memorias y anécdotas logrando la total empatía del espectador.
Acertados momentos de animación, que ilustran partes sumamente dramáticas de su relato, sumados a otros en los que se ve el detrás de escena de la filmación, descomprimen mucho el horror que se cuenta y le dan fluidez a este documental.
El árbol de la muralla logra una especie de memoria oral del Holocausto, un testimonio que nos hace testigos y que sirve para recordar y que no se repita. Una tragedia en la cual sus propias víctimas tuvieron que buscar la explicación de lo que no sabían y para lo que no tenían palabras.
La enseñanza de que, a pesar de los horrores vividos, muchos de los sobrevivientes encontraron la forma de seguir viviendo, volver a amar y construir una familia.
Como proclama su personaje: “A pesar de todo, los nazis no nos pudieron deshumanizar”.