Terrence Malick es un director atípico. Natural de Ottawa, creció en Texas, periodista, fotógrafo, profesor de filosofía, guionista, se toma su tiempo entre película y película. En algo más de 30 años de carrera, ha dirigido apenas cinco, y entre su celebrada “Días del cielo” (1979) y la siguiente, “La delgada línea roja”, pasaron 20 años. Favorito en los festivales, divide a la crítica y sus títulos no suelen convocar multitudes. Su cine combina esplendor visual con aliento épico y cierta morosidad en el relato. Acá sigue los pasos de Jack O Brien (S. Penn), el hijo mayor de una familia de clase media de Texas. Brad Pitt asume un severo compromiso actoral como su hijo, una devastadora fuerza de la naturaleza, enfrentado a un padre autoritario. Recibió la Palma de Oro en el Festival de Cannes y una nominación al Oscar para Malick como mejor director. Su cine, ambicioso, siempre despierta grandes expectativas. Un realizador de culto, a quien el éxito lo tiene sin cuidado.