Se trata acá de una gran película del director Terrence Malick, una reconstrucción de recuerdos familiares, con momentos de cierta tensión que vacilan entre lo conflictivo y lo alegre.
Un film lleno de imágenes puras, metafísicas, atemporales,que van desde lo terrenal a todo el cosmos, para mostrarnos toda la belleza e inmensidad que se esconde detrás de la palabra vida, y la trascendencia que esta puede tener - aún después de la muerte- en un universo poblado de misterio.
El film comienza y termina dejándonos en el misterio. Pero esto no incomoda al espectador ya que conoce de entrada las reglas de ese mundo: un film que no pretende dar respuestas sino sumergirnos en una vida que – si bien ya no se presenta materializada porque le ha llegado la muerte – aún sigue respirando. Está presente porque esa persona estaba rodeada de vida y eso le sigue dando trascendencia y aliento, para que la muerte simplemente sea una dolorosa etapa, parte de ese amplio concepto de vida, pero que no marca el fin de nada.
Vemos el misticismo que nos rodea, desde los elementos esenciales que encontramos en la naturaleza.
Es una película cargada de espiritualidad, en una especie de religión personal, de conexión con el universo, que nos invita a verla en un estado meditativo y despegandonos de los prejuicios y pretensiones nos dice que no le exijamos nada, que no esperemos argumentos intrincados o personajes que avancen a traves de la acción.
Acá la temporalidad del relato se ve constantemente suspendida, más bien es como si el tiempo flotara, para mostrarnos el TODO del universo, a través de espacios encadenados y un argumento que por momentos trasciende toda lógica o ley de causa y efecto.
Aparece la subjetividad de la mirada, siendo muy acertados los movimientos de cámara propuestos por Malick, mostrandonos la inestabilidad existente en todo lo que nos rodea y la carencia de reglas que expresan la libertad en su estado más puro.
Encontramos en todo el film la poesía de las cosas, el nuevo “cine de poesía” creo que diría Pasolini si aún estuviera entre nosotros. La elección estética para cada toma nos saca de la cotidianeidad de las imágenes y las carga de un nuevo significado. Creo que lo que intenta dejarnos Malick es un testimonio sublime de lo vital.
Difícil de describir, es una película que sólo puede “vivenciarse” a través de la vista. No siempre las imágenes se pueden describir con palabras, acá la idea de Malick no se puede separar de la imagen.
Se parte del dolor más grande que puede sentir una persona e invita a una búsqueda, a un viaje universal para calmar un poco ese dolor y enseñarnos que el hombre – en su vulnerable pequeñez- no podrá revelar el universo que lo rodea. Pero, como todas las cosas, es parte de este, en él está y estará por siempre.