El duro camino de la vida
El Árbol de Peras Silvestre (Ahlat Agaci, 2018) es un drama familiar dirigido y co-escrito por Nuri Bilge Ceylan (Tres Monos, Sueño de Invierno). Coproducido entre Turquía, Macedonia, Francia, Alemania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria y Suecia, el rol protagónico es interpretado por Dogu Demirkol. El reparto se completa con Murat Cemcir, Hazar Ergüçlü, Bennu Yildirimlar, Serkan Keskin, entre otros. La película estuvo en competencia en la sección oficial largometrajes a concurso del Festival de Cannes.
La historia se centra en Sinan (Dogu Demirkol), un joven que vuelve a su pueblo natal turco luego de graduarse en la universidad. Cuando llega allí se da cuenta que su familia no anda bien ya que su padre Idris (Murat Cemcir) se metió en el negocio de las apuestas y las deudas cada vez son mayores. Sinan se reencontrará con su antiguo amor Hatice (Hazar Ergüçlü), que ahora recoge frutos en el campo y está comprometida con un joyero, charlará con sus amigos de la infancia y tratará de obtener fondos del alcalde para publicar su primer libro. Además, dará un examen para convertirse en maestro de primaria. Sin embargo, el joven con grandes aspiraciones se irá dando cuenta que triunfar en lo que le apasiona no es para nada sencillo y que en una comunidad chica las oportunidades van en decadencia.
Con una extensa duración de tres horas y ocho minutos, Nuri Bilge Ceylan nos muestra el lado pesimista y negativo de la vida en contraposición con una exquisita fotografía de la naturaleza a cargo de Gökhan Tiryaki. Paisajes nevados, pájaros, bruscas olas, caminos de tierra y el movimiento tranquilizador de las hojas y arbustos a causa del viento hacen que visualmente la cinta sea muy bella.
Con respecto al metraje, inevitablemente El Árbol de Peras Silvestre se vuelve aburrida, pesada y soporífera en más de una ocasión. Esto sucede debido a que el filme carece de ritmo y está lleno de charlas filosóficas que parecen nunca acabar. Por más que varias sean interesantes y hagan reflexionar, llega un punto en el que parece que el diálogo durará para siempre y uno termina perdiendo el hilo de la conversación. Teniendo en cuenta lo que se quiere contar (que es muy simple), se llega a la conclusión de que muchas subtramas que no aportan nada importante podrían haberse suprimido y el resultado sería más satisfactorio al no jugar tanto con la paciencia del espectador.
La película contiene variadas escenas en silencio donde se lo ve al solitario protagonista caminando por su lugar de origen, lo que permite contemplar la belleza del pueblo. Además, el director turco incluye escenas de sueños que parecen reales o simbolismos que quedan en la cabeza del espectador mucho después de que los créditos acaban.
El Árbol de Peras Silvestre definitivamente no es una cinta para cualquiera. Los tópicos que toca tales como la relación padre e hijo, la importancia de las ventas, lo difícil que es concretar los sueños, las pocas posibilidades de trabajo en una comunidad chica o el sentimiento de desperdicio constante con respecto a tu propia vida hacen que, a pesar de que sea una película muy lenta y cansadora, también sea toda una experiencia moral su visionado.