El árbol negro

Crítica de Melody San Luis - Funcinema

UN DOCUMENTAL HÍBRIDO

Con una apuesta por la observación, El árbol negro, documental de Máximo Ciambella y Damián Coluccio que ganó la competencia argentina del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata en 2018, aborda la vida diaria de un pastor de cabras de la comunidad Qom en la provincia de Formosa, que participa además de asambleas en las que se debaten temas relacionados con lo político y su situación territorial.

En la película de Ciambella y Coluccio sobresale el trabajo visual con una destacada fotografía, además de unos primeros minutos notables: allí se unen imágenes casi mágicas con un relato de leyenda. La voz en off se mezcla con los paisajes, potenciándose. Pero a partir de este arranque, nos encontramos con un film un tanto desparejo. Por un lado, aparece intercalada la apuesta estética de los primeros minutos como algo azaroso, que no pareciera tener una relación con el resto. Por el otro, se presenta un relato sobre la comunidad Qom, y en especial la historia del pastor Martín, pero sin profundidad.

El árbol negro se construye con escenas sobre la vida que llevan los Qom, sus charlas y parte de su lucha: las asambleas y los cortes. Pero este aspecto no parece ir mucho más que lo que ya han ido otros films con la misma temática, como por ejemplo Be jam be, la canción sin fin o Martirio. De esta manera, lo interesante que surgía de aquella narración mágica en la que se mezclaba la tradición con una excelente captura del paisaje, queda relegado a un criterio híbrido, en un todo que no se define muy bien y al que le cuesta fluir.