El Aro: Capítulo Final (gracias a Dios).
Si descargaras esta película ilegalmente por Internet, el FBI tendría lástima de arrestarte.
No, no es una película para pasar el rato, ni siquiera una para calentar adolescentes, El Aro: Capítulo Final (2019), es más una de esas decepciones que se llevaría alguien en el 2010 cuando le pide el favor de comprar «unas pelis» truchas a un mayor de 40 años. La nueva entrega de la saga oriental de El Aro fue dirigida por Hideo Nakata, el mismo director que nos trajo la película original en 1998 en cuyos fotogramas se basó la versión —y saga— estadounidense.
Nakata presenta una historia adaptada a tiempos modernos, donde Mayu, una joven médico, se topa con una niña víctima de un incendio cuyo apartamento arruinado por las llamas es explorado por Kazuma, hermano de Mayu y aspirante a estrella de Internet que termina topándose con un espíritu maligno llamado: Sadako.
Desde el inicio la decepción es clara, la poca inmersión que se podría tener en la película durante sus primeros minutos es truncada por unas llamas digitalmente animadas para parecer un gif de Instagram. El espíritu que aparece detrás de uno de los personajes parecer que fuera a decir: «¡dulce o truco!» y así sin más se sabe que el filme representará un pérdida de tiempo, ni siquiera puede esperarse la diversión de una película pochoclera, porque desde el principio queda claro que las escenas «aterradoras», lo más esperado en una peli de terror, serán decepcionantes, no todo lo hecho en Japón es bueno y esta película lo demuestra.
La película tiene una duración de 99 minutos, pero desde los asientos se sienten como si fueran tres horas, el aburrimiento es constante, la sobreactuación del reparto provoca un poco de pena ajena en quienes los ven. Quizás la que dio su mejor esfuerzo fue Elaiza Ikeda (Dra. Mayu Akikawa), cuya interpretación se limita sólo a asustarse y abrir los ojos tanto como si tratase de no verse asiática; sin embargo, da un poco de ternura cuando deja en claro que se está tomando su papel en serio. Por otro lado, Renn Kiriyama (Kazuma, hermano de Mayu) fue víctima de un guion que pretendía satirizar a los youtubers pero terminó por hacer sólo una caricatura de ellos, una que fue encarnada por Renn, el actor que en este caso demostró no tenerle miedo al ridículo.
A lo anterior se le suma situaciones donde las cosas suceden o se solucionan con una conveniencia divina absoluta, ¿la entrada de la cueva está bloqueada?, ¡miren, ahí está el único palo de la playa que se puede usar como palanca! Con todo estos inconvenientes se pensaría que se usará «la vieja confiable» del cine de terror, es decir, el screamer, pues no, ni eso.
Por desgracia no hay nada que se pueda rescatar de esta película, ni siquiera una risa producto de la actuación tipo animé de cierta paciente del hospital donde trabaja Mayu, tampoco una banda sonora competente —está pareció sacada de un playlist de Youtube titulado: «Música para asustar«—. Sólo nos queda ver los decorados, las actuaciones y pensar: «Esto es una parodia porno bien producida«.