Acto sublime.
Sutil y elegante ejemplo de cómo un corazón endurecido por un dolor que arrastra logra ablandarse y entregarse. Todos merecemos una oportunidad más para redimirnos sin importar la edad ni los errores cometidos. El resultado, en este caso, es que un comerciante de arte finalmente aprende a apreciar un panorama más amplio de la vida.
En Tuntematon mestari (2018), Olavi Launio (Heikki Nousiainen) es un anciano comerciante de arte y hombre de negocios astuto, egoísta y obsesivo. Casi al final de su carrera, Olavi anhela “un último acuerdo/trato”. Su sueño parece cercano cuando asiste a una subasta y ve el “Retrato de un hombre de un maestro desconocido”. Él cree que es una obra del pintor realista ruso Ilya Repin que podría valer una fortuna. Junto a su nieto Otto (Amos Brotherus), que necesita un puesto de trabajo para sus créditos escolares, investigan los rastros del cuadro en cuestión, que resulta ser un pretexto para que ambos logren un acercamiento sentimental y descubran que se parecen más de lo que imaginan.
Klaus Härö, en esta oportunidad y fiel a su bajo perfil, elige hablar de arte y de relaciones humanas con profundidad, respeto por el espectador, con inteligencia y sin pretensiones. Logra esto, de forma ingeniosa y suave, como la figura del protagonista. Es remarcable la interpretación de Heikki Nousiainen, quien, al igual que el director, no pretende agradarnos, simplemente es. Algo que, en la actualidad, vemos escasamente en pantalla grande y los amantes del arte en cine extrañamos. Por tanto, es una gran oportunidad ver este film en el cine y darnos un recreo de lecciones de grandes, como Bergman, Hitchcock, Welles, -por nombrar algunos-, en pantalla chica o esperar ciclos especiales y demás. Se distingue la película en su totalidad, fotografía, música (Vivaldi, Mozart, entre otros), iluminación, guion, dirección, locaciones, escenografía y actuaciones. Cabe destacar que el director finlandés en 2003, recibió el Premio Ingmar Bergman y fue elegido por el mismo Bergman, tan sólo para comprender de quién estamos hablando, los resultados de su formación académica y atractivo estilo. Ya nos brindó un genial trabajo con El esgrimista (2015), que recomiendo ver.
El verdadero anonimato aquí es el del director, que está en cada detalle. Este film es para exigentes, un trabajo muy difícil de realizar de manera armoniosa en su totalidad. Esperamos más películas de este realizador que sobresale entre tanta oferta hollywoodense o cine sin personalidad.