El finlandés Klaus Haro (“El esgrimista”) logra mantener la expectativa y el suspenso con una historia en apariencia mínima, sobre un viejo galerista que intuye el valor de un cuadro sin firma, puja por él arriesgando el dinero que no tiene, y busca inmediato comprador para sacar una ganancia que le permita el retiro definitivo. Pero el negocio arriesga perderse cuando un pez gordo interfiere en la jugada.
Solitario, de pocos amigos, absorto en su mundo, el hombre nunca se interesó demasiado en su propia familia. La hija le guarda rencor, el nieto adolescente apenas lo registra. La casualidad hace que el chico entre en contacto con el viejo. Y la mano experta hace que todo esto derive en una buena moraleja sin caer en recursos trillados ni perder el tono en ningún momento.
Elenco, fotografía, música (melancólico Matti Bye), todo contribuye. Al frente, Anna Héinemaa, guionista, buena escritora, también pintora, y encima linda mujer. El actor Heikki Nousiainen, que ya había protagonizado otra del mismo director, “Cartas al padre Jacob”, vista en Mar del Plata 2009. Y Klaus Haro, por supuesto. Esta es su 15ª película, y la segunda que acá se estrena.