El artista es uno de esos films de los cuales una puede afirmar sin duda a equivocarse que se está frente a una joya cinematográfica, que probablemente con el pasar del tiempo pasará a pertenecer a la categoría de los clásicos.
El film de Michel Hazanavicius es además de un merecido homenaje al cine mudo, una tierna y dulce historia de amor.
Fue estrenada el jueves en Argentina, acaba de ganar el Goya y recibió 10 nominaciones al Oscar 2012 en las categorías mejor película, mejor director (Michel Hazanavicius), mejor actor (Jean Dujardin), mejor actriz de reparto (BéréniceBejo), mejor guión, mejor edición, mejor fotografía, mejor dirección de arte, mejor vestuario y mejor banda sonora.
A lo cual hay que agregar mejor actuación animal, ya que el perrito (UGGIE), que aporta parte de lo cómico y lo tierno, compite con el amado caballo de Joey en Caballo de Guerra de Steven Spielberg.
Y todas las nominaciones están bien atribuidas. Aunque Berénice Bejo, argentina y esposa de Michel Hazanavicius, debería haber sido nominada como mejor actriz protagónica, no de reparto. Un error ¿de la Academia?
Narrada en blanco y negro (con parte de una sola escena en sonoro) el relato comienza con un artista del cine mudo en su período de apogeo (George Valentín), interpretado por Jean Dujardin. En ese momento de su carrera conoce a una actriz incipiente(Peppy Miller), y admiradora suya (Berenice Bejo) y en el momento en que ella se acerca para darle un beso un fotógrafo la convierte en una imagen de tapa, lo que será el comienzo de la carrera de la actriz y a la vez la lenta decadencia-declinación del cine mudo, y la de muchos de sus artistas dada la aparición del sonoro. Y de hecho la de su protagonista, que en principio se niega a aceptar este cambio, se recluye en su casa y luego pierde todos sus bienes materiales, los cuales son rematados.
El 2012 ha sido un año singular sin duda, ya que hay dos films que homenajean al cine mudo (Hugo, 2011) y lo curioso es que ambos eligieron la ficción. Pero creo, que El artista roza casi todo el tiempo lo poético, en algunas escenas inolvidables como cuando ella mete su brazo en una de las mangas del traje de él y luego lo huele mientras se acaricia a si misma.
Las actuaciones son increíbles. Pensemos que estamos todo el tiempo frente al cine mudo, porque su director no se aparta en ninguna instancia de las características narrativas del mismo. Por lo que el juego de las miradas entre ambos es al final de cuentas el modo de comunicar el amor. Entre la belleza de los ojos de ella y fundamentalmente la mirada de él, alos cuales se suman una banda de sonido, que es un intérprete más, y claramente una dirección de arte y fotografía impecables. El resultado está a la vista, y en un doble sentido.
Vale la pena agregar que los protagonistas además de belleza, (en un sentido convencional) y talento histriónico, tienen destreza para bailar. Y tanto la música, como el baile son el guiño de otra época de auge de Hollywood, a la cual un francés le rinde homenaje. Como el que le rindiese Jacques Tati en 1953 con Las vacaciones de M. Hulot, entre otros.
Y que esta historia de amor asume un rol de redención respecto a remarcar algunos de los valores que poseen los humanos… y también los animales.
De paso acotamos que los franceses en materia de cine y preservación de patrimonio audiovisual y otras cuestiones elementales que giran alrededor del mismo sabemos que son especialistas y pioneros.
La historia del pasaje del cine mudo al sonoro, alrededor del contexto de la Depresión fue una marca para muchos artistas magníficos, que terminaron sus días en el olvido y /o en la miseria, porque no quisieron o no pudieron adaptarse a esa nueva realidad, como suele ocurrir en la historia de la humanidad cuando surge de pronto un cambio radical, en este caso en uno de los modos más genuinos y populares de representarla.
En el cine a diferencia de la literatura u otras artes, las cifras económicas que implicaban su producción eran muy altas. En 1927 se calculaba, que un largometraje para ser rentable debía conseguir un público de cerca de 9 millones de espectadores. El cine sonoro si bien trajo aparejado una instancia de retroceso ya que su público quedaba atrapado por las fronteras lingüísticas. Por otra parte favoreció la colaboración de capitales extranjeros, procedentes de otras industrias. Y la crisis aceleró sin duda ese proceso en el que muchos artistas quedaron atrapados.
Publicado en Leedor el 20-02-2012