Cuando una película, de un día para el otro, pasa a ser "la favorita" de todo el mundo para todos los premios, yo empiezo a sospechar. Si, a veces soy un prejuicioso, pero bueno, me hago cargo. Y encima te dicen que es en blanco y negro, que está en proporción 4:3, que es muda, que está filmada como una película de la década del 20, y ahí las sospechas comienzan a ascender a niveles conspirativos, y empieza a gestarse la imagen mental de un conjunto de ingredientes pretenciosos pensados para que le guste "a los que entregan premios", donde se rinde homenaje a los años dorados de hollywood en una película intrascendente filmada como en esa época. Todo esto, obvio, reforzado por un trailer que presenta una historia de amor hiper tradicional y, encima, muda.
Por suerte, la película no está ni remotamente cerca de esos preconceptos, ni del espantoso trailer en el cual no se ve ni un atisbo de todos sus puntos fuertes. Si le hiciéramos caso al trailer, por ejemplo, deberíamos encontrarnos con una historia romántica en la cual el punto central es la relación de George Valentin (Jean Dujardin, y no, no es casual la elección de Valentin como apellido) súper estrella del cine mudo, que se enamora de la joven actriz Peppy Miller (Bérénice Bejo) que termina convirtiéndose en la gran estrella del cine sonoro (las "talkies") y termina desbarrancando a Valentin del podio y de la industria. O sea, mas o menos una historia romántica clásica, pero muda, filmada en el 2011 como si fuera 1920.
Y este es el punto engañoso, que puede llevar a muchos a creer lo que no es. Lo primero que hay que tirar abajo es la definición de esta película como "muda". Bueno, no lo es. Películas mudas son La marca del Zorro de Douglas Fairbanks o El chico de Chaplín. El artista no es una película muda, es una película sobre el cine mudo y el cine sonoro. Parece lo mismo, pero no lo es. No es una película romántica, eso es una excusa. El punto central es el mayor cambio de paradigma de la industria del cine, mucho mayor que el del traspaso a color, y ni hablar del bendito 3D. Es sobre el estrellato, tanto del ascenso como de la caída. Es sobre tenerlo todo y perderlo. Es sobre el negocio de la industria, la desesperación, el orgullo, la esperanza, el amor. Pero sobre todo, es una película sobre el sonido.
En el último pocast (el 39) comentaba que, a priori, el hecho de realizar una película muda me parecía un mero capricho estético para decir "soy re loco, hago una película muda", y que dudaba bastante que se viera justificado en la pantalla. Y puedo decir, con mucha elegancia, que me cerraron soberanamente el upite.
El sonido no es una excusa ni un efecto más, es un actor principal. Es el villano, o el anti-héroe, según como se lo mire, que tiene todas las de ganar. Durante toda la película lo más relevante es el sonido (o, mejor dicho, su ausencia), la relación de todos los personajes a su alrededor, los conflictos que desencadena, las situaciones que resuelve. Sin casi aparecer "auditivamente", está siempre presente de alguna u otra forma, acechando, y afectando todo el desarrollo de la trama a lo largo de la película. Es por esto que digo que no es una película "muda", porque la decisión de que el sonido esté o no presente está completamente reforzada por la historia.
Todos están formidables en esta película, desde Jean Dujardin hasta Uggie, el perrito. Todos logran equilibrar el estilo de actuación de la época, con gestos exagerados y sobreactuados para compensar la falta de sonido, pero sin perder por eso naturalidad en sus papeles. Tal vez cuesta un poco al principio acostumbrarse a la película y a sus protagonistas, pero es apenas una leve sensación al comienzo.
Pero el mas grosso, el que se zarpa realmente, el que te va a volar la peluca y te va hacer bajar los lienzos es Ludovic Bource con su banda de sonido. Porque esta ausencia de sonido implica que la música tiene que estar presente durante todo el desarrollo de la película, y no solo de fondo o para enfatizar lo que se ve en pantalla, sino directamente para conformar y transmitir lo que estamos viendo. Es Bource con su música el que le da el tono, la potencia, la verdadera carga emocional a todo lo que vemos en pantalla, logrando alcanzar momentos verdaderamente notables. Al contrario de los demás nominados en la categoría, en esta ocasión la banda de sonido es el 50% de la película, es el elemento fundamental que termina de darle sentido a todo el relato. Sin banda de sonido no existe El Artista, y sin una tan bien construida como esta es poco probable que se hubieran logrado tan buenos resultados. Definitivamente, si hay una categoría que tiene que ser una fija, es la de Banda de sonido original para el amigo Ludovico. Si este muchacho no se lleva la estatuilla, incendio el Kodak Teatre.
Ahora, ¿qué pasa con el resto? Y, hay varias que casi diría que son fijas. Todavía no vi todas las nominadas, pero en Vestuario, Dirección de arte, Dirección de fotografía, Mejor guión original y la ya mencionada de Banda de sonido original es muy difícil que le hagan sombra. Después Actor y Actriz de reparto podría llegar a estar mas peleada (más la segunda que la primera) pero me tiraría casi un 80% para el lado de El Artista. Y en las principales (Mejor director y Mejor película) la veo un poco más complicada frente a Scorsese y Hugo Cabret, respectivamente. Sería la elección obvia, y últimamente los muchachos de la academia parecen querer ir contra la corriente, y sobre todo separarse de los Globos de Oro. Habrá que ver.
No es fácil encontrar una película que cierre por todos lados. Y menos cuando tiene una propuesta arriesgada como esta (que cambio desde el comienzo de la nota). La mejor forma que encuentro de describir la sensación de terminar de verla es… placer. Es un placer ver esta película. No es de esas que te vuelan la cabeza o que termina garpando por un mero "twist" al final. Es una película cuyo visionado te produce una sensación… agradable, salís del cine con una enorme sonrisa y con total satisfacción. Y lo más loco (y el mayor hallazgo de esta película) es que eso se logre despojando al cine de todos los adelantos tecnológicos de los últimos 80 años que, supuestamente, sirvieron para mejorar la experiencia del público. A lo mejor Hitchcock tenía razón, y las películas mudas sí sean la forma más pura de cine.