Basado en el homicidio de la familia Borden en la ciudad estadounidense de Fall River en 1892, el thriller indie se adentra en la vida de Lizzie (Chloë Sevigny), la hermana menor del clan y en el periodo previo a los crímenes.
La película -que se presentó en la última edición del Festival de Sundance- comienza seis meses antes de los asesinatos del patriarca y su nueva mujer, con la llegada de la nueva criada a la casa de los Borden, Bridget (Kristen Stewart).
Maggie (el nombre que le designan cuando empieza a trabajar para la adinerada familia), una inmigrante irlandesa, no tarda en entablar una buena relación con la contestataria e independiente Lizzie. Lizzie, que es una adelantada para la época, se anima a ir sin compañía al teatro rompiendo con algunas convenciones sociales. Y hasta es capaz de desafiar a su perverso padre, Andrew (Jamey Sheridan), quien abusa de Bridget por las noches.
BUENAS ACTUACIONES
La segunda película de Craig William Macneill retoma la historia de Lizzie Borden que en varias oportunidades fue llevada a la pantalla. La más reciente fue en 2015 con la serie de televisión "The Lizzie Borden Chronicles", protagonizada por Christina Ricci.
El filme gótico, que se siente un poco más largo de lo que dura, se desluce al no desarrollar con profundidad el aspecto psicológico de los personajes. Sin embargo, y teniendo en cuenta esta característica, las actuaciones sí realzan el relato. Chloë Sevigny ("Los muchachos no lloran") es perfecta para este papel y Stewart y Sheridan hacen lo suyo y se lucen en la cinta.
Lo más interesante de "El asesinato de la familia Borden" es que ofrece una versión actualizada de esta historia en relación al empoderamiento femenino. Una película que se enfoca en la opresión que siente la protagonista por parte de su tirano padre y en cómo llega hasta las últimas consecuencias en una lograda escena gore.