Hollywood contra la Casa Blanca
El policía del Capitolio John Cale lleva a su hija adolescente a hacer un tour por la Casa Blanca, justo cuando el edificio es sorprendido por un grupo paramilitar fuertemente armado. Mientras el gobierno de la nación está en medio del caos y el tiempo corre, dependerá de Cale salvar al presidente, a su hija y al país y a su futuro. El tema es igual al que se estrenó hace un mes: un tipo solitario, medio tiro al aire, que solito se encargará de salvar al país, rescatar al presidente y poner en caja a unos golpistas que, hasta allí, le venían ganando por goleada a unos uniformados que llegan tarde o tienen mala puntería. Muy parecido a lo ya visto, aunque este es mejor porque detrás de cámaras esta el alemán Emmerich, un artesano que sabe mirar la violencia y que también mira con ganas a la Casa Blanca, porque en “El Día de la Independencia” ya la había destruido. La única diferencia es que en lugar de apelar a los terroristas de siempre, esta vez el horror lo provee nada menos que el jefe del Servicio Secreto (impecable James Woods), un halcón de aquello que armó el complot para que los fabricantes de armas puedan seguir haciendo buenos negocios a cosa de matanzas lejanas. Ellos son los villanos que se quieren cargar al presidente (negro y pacifista) y a todo el sistema. Por fortuna aparece el agente John Cale, que da una lección de coraje y suerte: el solito saca el presidente del infierno, salva el pellejo, se reivindica como padre y se asegura el puesto de jefe del Servicio Secreto. Aunque para eso tuvo que esquivar balas, misiles, granadas, bombardeos y piñas. El filme tiene el realismo de un play station, pero es entretenida, los personajes funcionan (la nena está bárbara) y enseña que, en el ítem seguridad, los muchachos de aquel lado tampoco atajan mucho. (*** BUENA)
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