Otra fantasía yanqui
Difícil pensar a El ataque sin pensar en otros dos estrenos de este año: el primero fue Ataque a la Casa Blanca y el otro Amenaza roja. En los dos casos los norcoreanos, con o sin aliados, invaden Estados Unidos con planes poco menos que inverosímiles, como una incursión “relámpago” o el uso de un arma fantasiosa que parece sacada de alguna serie de ciencia ficción. Dos películas olvidables que fallaban tanto en plantear una historia interesante como en hilvanar secuencias de acción, en algunos casos destacables y en otros innecesarias. ¿Qué tiene que ver todo esto con El ataque? Bueno, no es novedoso lo de la carencia de ideas de Hollywood, pero se trata de otra película que implica un ataque a la Casa Blanca. Sin embargo el resultado es mucho más redondo y entretenido. Hasta se permite unos saludables toques de humor.
El ataque no tiene nada que no tengan otros representantes del cine de acción. Pero lo hace de forma genuina, sin preocuparse por retomar clichés o planteando la trama desde una notable ingenuidad, evitando el trasfondo dramático tan severo que se pretendía en los otros dos estrenos mencionados (que es lo que les daba el tono propagandista). Otra diferencia es que ya no se trata de norcoreanos con planes extraños. Al contrario, son grupos paramilitares bastante disconformes con las políticas “pacifistas” del presidente vigente en EE.UU., quien parece dispuesto a realizar un tratado en Medio Oriente que pondría fin a las guerras e intervenciones militares. El golpe es entonces solventado por el lobby armamentista y grupos de extrema derecha decididos a llamar la atención, además de un alto funcionario con una venganza personal en juego. Si Amenaza roja o Ataque a la Casa Blanca planteaban un mapa sociopolítico de la derecha más recalcitrante, aunque atado de los pelos, aquí se tiene una película “progre” bastante ingenua donde todo, hasta el ridículo giro del final, parece puesto como la excusa de una película de acción. Sin embargo, con todo lo fantasiosa que puede resultar El ataque, no deja de ser más verosímil que las otras dos propuestas.
Pero además, El ataque es una película con personajes que, dentro de los estereotipos que representan, son sólidos. Si bien el agente oportunista de ChanningTatum no es igual de efectivo que Bruce Willis o el mismo Gerard Butler (que vieron en Ataque a la Casa Blanca), sostiene la película lo suficiente como para que no notemos la brecha actoral; además de aprovechar un timing de comedia que brilló en la gran Comando especial. Pero además el film tiene un elenco sólido que dentro de las limitaciones del material entrega una serie de antagonistas carismáticos y secundarios (como Richard Jenkins o Maggie Gyllenhal) cumplidores que no se pierden en las lagunas de la, por momentos, confusa trama. Y este es uno de los puntos más flojos de la película de Emmerich. A la longitud un tanto extensa de las tramas y subtramas, hay que sumarle giros cada vez más absurdos que se condicen con, por ejemplo, la atención a detalles como el cuadro de la Casa Blanca incendiándose o la secuencia que introduce al antagonista interpretado por James Woods, que se revalorizan a menudo avanza la película.
Por otro lado Emmerich, un director acostumbrado a efectos mastodónticos, demuestra su solvencia para filmar secuencias de acción que, si bien no son sutiles o mínimas en función del generoso presupuesto, resultan memorables sin ser tan desproporcionadas como la persecución de la limusina presidencial en el jardín de la Casa Blanca. Sin estar a la altura de joyas como Duro de matar, El ataque no se va a destacar por ser una película memorable cuando termine el año, pero la recordarán por hacerles pasar un buen momento, cosa que pocos estrenos de acción han logrado el último año.