Esta película ya la vi (y hace poco), pero igual me gusta
Rey Midas del cine apocalíptico (o, como me gusta definir, del “rompan todo”), el alemán Roland Emmerich regresa con un film con todos los vicios de sus trabajos (patrioteros, elementales), pero al mismo tiempo bastante divertido y entretenido.
Estamos ante un producto básico y eficaz, que en otro contexto funcionaría sin demasiadas contraindicaciones, pero el lector deberá estar advertido que la propuesta se parece mucho (demasiado) a la de Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen), film de Antoine Fuqua con Gerard Butler que se estrenó en los cines argentinos hace cuatro meses. El de Emmerich, de todas maneras, es bastante mejor.
No es la primera vez que el cine norteamericano nos regala dos películas “calcadas” (si hasta se hicieron casi pegados dos films sobre Truman Capote o dos sobre Alfred Hitchcock…), pero llama la atención las similitudes entre aquel film y este guión de James Vanderbilt, responsable de esa joya que es Zodíaco y de la nueva saga de El Hombre Araña, entre varios otros aportes.
El “nuevo” Butler es aquí Channing Tatum (probándose como héroe de acción a-la-Bruce Willis en Duro de matar con resultados irregulares), un veterano de la guerra de Afganistán divorciado y padre de Emily (Joey King), una conflictuada preadolescente a la que vive decepcionando, que intenta -sin suerte- ingresar al Servicio Secreto. Pero justo cuando lleva a su hija a la Casa Blanca se desata el ataque del título pergeñado ya no por norcoreanos como en el film de Fuqua sino por sectores de la ultraderecha política, grupos paramilitares, hackers y lobbystas de la industria armamentista. Y, entonces, el John Cale de Tatum deberá defender al presidente (Jamie Foxx en plan Obama) y redimirse a los ojos de su hija.
¿Sutilezas? ¿Profundidad psicológica? No le pidan nada de eso al creador de Día de la Independencia, Godzilla, El día después de mañana y 2012, pero el relato de acción (con unos malos malísimos que ponen en riesgo la paz mundial con una amenaza nuclear) funciona razonablemente bien (léase nervio, tensión y humor básico).
Si les molestan las banderas estadounidenses flameando, si los discursos de ocasión les generan urticaria, ahórrense la plata y eviten esta película. Pero, si nada de eso les complica la existencia, El ataque y su parafernalia de efectos y explosiones (150 millones de dólares de presupuesto) es un Emmerich (o sea, Hollywood) en estado puro. Tómelo o déjelo.