Desde hace muchos años se viene produciendo un hecho singular en la industria cinematográfica de los Estados Unidos de América, específicamente en la maquinaria trituradora de ideas como lo es Hollywood.
Para esta cuestión de una idea fija sobre algo que presagiar, contar, futurismo o revisionismo, se recurre a la duplicación, y en algunos casos más, en las producciones que versan sobre un mismo tema o idea.
Cuando, por ejemplo, la idea era la devastación de la tierra por cuestiones espaciales surgieron “Armagedon” e “Impacto profundo”, ambas de 1998, ambas meteoritos que destruirían la tierra, como si lo que hacemos los humanos no alcanzará.
Antes, sólo un año antes, surgieron “Dante´s Peak” y “Volcano”, en ambas un volcán hacia estragos en una población, la primera en un pueblito en medio de la montaña, la segunda en medio de una gran ciudad como Los Ángeles.
Otros ejemplos claros al respecto, pero que se diferencian de estos, se suscito en 1978 en producciones con diferentes miradas sobre un mismo hecho, como “Regreso sin gloria” y “El francotirador, las que compitieron por los premios “Oscar”, y un año después llegaría, a mi entender, la mejor del “género” respecto de la guerra en Vietnam, “Apocalipsis now” de Francis Ford Coppola.
Bien. Unos meses atrás se estreno en Argentina “Ataque a la Casa Blanca”, en la que un grupo extremista norcoreano invadía “El nuevo Olimpo”, no sin una pequeña ayuda de algún amiguito desde adentro, corrompido o no.
Ahora, el presidente es el negro Jamie Foxx, como hace unos meses lo era el blanco caucásico Aaron Eckhart. Claro, como corresponde actualmente, Obama de por medio, pero en esta ocasión el enemigo intimo es la extrema derecha recalcitrante, amante de la armas y favorecida por la fabricación y comercialización de las mismas, para lo que es necesario implementar, o continuar, con las guerras a como de lugar.
Pero el negro quiere la paz. Es tan bueno que hasta peca de ingenuo, juega como un niño para hacer su ingreso a la Casa Blanca, y además de tener tiempo para mostrarse como marido y padre preocupado, dispone de tiempo para darle la bienvenida a los turistas visitantes de la mansión con historia donde, en esta oportunidad, se encuentran en la función de paseo nuestro protagonista y su hija.
En este punto se cruzan las dos historias que nunca más se podrán desprender la una de otra. La primera, la del héroe verdadero, esta centrada en John Cale (Chaning Tatum), un policía, ex militar condecorado, parte de la custodia personal del secretario de estado Raphelson (Richard Jenkins), pero que no es el adalid de los padres, que separado de su mujer peca de incumplidor con las promesas que le hace a su hija de once años, Emily (Joey King). Paralelamente Cale quiere ingresar al servicio secreto para ser custodio del presidente, que es el ídolo de su hija, por lo que mejoraría su status y sería mejor mirada por ella, quien constantemente demostrará que no parece ser hija de ese padre por los niveles de instrucción, como el saber e inteligencia que refleja. Pero vamos, que es sólo una película de acción dirigida por Roland Emmerich. No ansiemos en demasía que saldremos frustrados.
Lo que desde el titulo aparece como premonición, se cumple: mucha acción, montaje acelerado, tiros y explosiones, por ende los efectos especiales están a la orden del día.
Desde lo narrativo, clásico del género, como una historia que ya nos la contaron mil veces, la ultima, la más parecida, realizada por Antoine Fuqua (el citado ”Ataque a la Casa Blanca”), posiblemente con mucho menos presupuesto, sólo que ahora tiene un dejo políticamente correcto ya que la “traición” se produce por la idea del presidente de retirar las tropas de Medio Oriente, como demostración de su deseo de paz…
Desde el guión se intenta, sin lograrlo, giros que nada tiene de imprevisto, ni sorprendentes, cuando se presenta el jefe de los extremistas sabemos que no es el último, hasta lo dicen “no lo hace por el dinero”.
Luego se dan tiempo para desarrollar la construcción de cada uno de los personajes, todos muy de libreto, respetando los cánones a pie juntilla, los malos muy malos y los buenos lo son por definición, por eso el mejor, el que más empatia produce es el personaje de Emily, ya que, si bien no es original, es ella la que introduce la tecnología en el conflicto y casi se propugna como la verdadera heroína. En cuanto a las acciones, son las ya vistas en infinidad de filmes de este estilo, con persecuciones de autos, bombas, helicópteros, aviones y la inminente destrucción de la Casa Blanca, y se puede reconocer a lo largo de toda la narración, y muy fácilmente, entre muchas otras “Duro de Matar” en las versión que quiera.
Esta producción entretiene, no decae en la acción, el arte y la fotografía son de muy buena factura, y el diseño de sonido sólo impedirá que se duerma. La violencia es glamorosa y excitante, las historias de amor tontas y pueriles, las familiares un cliché. Si busca otra cosa…