Un nuevo conflicto en la Casa Blanca
A menos de cuatro meses del estreno de un film similar con Gerard Butler y Morgan Freeman, ahora llega otro atentado a la residencia del presidente de los Estados Unidos, con el ascendente Channing Tatum y Jamie Foxx.
Cualquiera que preste un poco de atención a la ficha técnica de la película y cuente con un mínimo de memoria cinéfila, notará que Roland Emmerich tiene una particular inclinación por las destrucciones terminales y nuevos comienzos a partir de algún cataclismo (Día de independencia, El día después de mañana). Entonces, ¿qué mejor elección que el director alemán cooptado por Hollywood para que se haga cargo de una película centrada en la toma a sangre y fuego de un grupo paramilitar a la Casa Blanca, en un capítulo más del corazón simbólico del imperio sometido a un ataque despiadado para controlar su poderoso arsenal nuclear?
Allí gobierna los destinos del mundo el presidente Sawyer (Jamie Foxx), convenientemente negro según la rabiosa actualidad, dispuesto a retirar sus tropas de Oriente Medio y llegar definitivamente a un acuerdo de paz. Pero en el riñón mismo del servicio secreto hay un halcón que no está dispuesto a que esto suceda, un poco por una triste pérdida y otro tanto por su desaforado patriotismo.
El héroe del relato, en este caso involuntario, está a cargo de Cale (Channing Tatum, la estrella del momento), un muchacho tan buenazo como abatido por no haber podido entrar al servicio secreto y que justo en el momento del asalto se encuentra en la magna residencia con su hija para hacer un recorrido por los pasillos del poder.
De vuelta al principio y siguiendo con la hipótesis de que el posible espectador cuente con una módica reserva de memoria, hace menos de cuatro meses se estrenó en el país Ataque a la Casa Blanca, un film de Antoine Fuqua con Gerard Butler, Aaron Eckhart y Morgan Freeman, donde la amenaza era un comando norcoreano, el nuevo y temible enemigo de Occidente. La cita por obvia no deja de ser cierta, porque las similitudes entre ambos títulos es evidente, pero hay que decir que aunque El ataque cuenta con estrellas más cotizadas y un director que se supone es un especialista en el género de acción, la reciente película de Faqua es más osada, menos seria y más desprejuiciada en el camino del rompan todo.
El ataque tiene momentos entretenidos, los efectos son muchos pero no tanto para abrumar, la niñita introduce en la acción el papel de los medios en la era de Youtube y el cuentito se esfuerza en mostrar a Foxx lejos de ser un héroe de acción, para ubicarlo como un político que depende de su ocasional guardián para sobrevivir.
Es decir, unos poquísimos elementos para diferenciarse de la nutrida lista de films del mismo tipo, destinados al consumo rápido y sin mayores consecuencias para el espectador. Aun cuando cuente con una memoria de elefante.