Hace unos meses se estrenó en la Argentina “Ataque en la Casa Blanca”. En esta columna, confundimos su director: era Anton Fuqua y dijimos que era Roland Emmerich. Pues bien, es que Roland Emmerich tenía para estrenar, y aquí está, otra película sobre un ataque a la Casa Blanca, que se llama (sí, bueno, qué decirles…) “El ataque”.
La diferencia entre ambas es que en ésta todo es mucho más colorido, más espectacular y más disparatado, dado que a Emmerich, el tipo detrás de “Día de la Independencia” (film que arranca excelente y termina paupérrimo) o la muy interesante “2012” (toda una fábula política en sordina) nada le produce demasiados escrúpulos. Especialista en reventar el símbolo del poder estadounidense, aquí utiliza el escenario para una trama a lo “Duro de Matar” (muchacho armado que sin querer anda por ahí cuando todo revienta, sí, bueno, es igual a la otra) bastante dinámica y tensa.
El ejercicio interesante es que, ante films similares, se pueden descubrir esas filigranas que solemos llamar “estilo”, y que evidentemente para los estadounidenses, a una década del 11-S, no hay lugar libre de peligro. Por lo demás, será la seguidilla de tiros y explosiones espectaculares que adivina, como dice Hollywood, “un caramelo para la vista”, que a veces empalaga un poco.