Este es un film crudo, desconcertante, experimental, imposible de explicar. Cuenta el derrotero que debe vivir Eze, un joven de 25 años, que pierde el empleo, pero mucho no le importa, su real interés es conectarse a través de internet en una computadora o un aparato celular que tenga conexión. Una vez que lo consigue se conecta con unos jóvenes de Mozambique, particularmente con Alf , en esa globalidad que nos permite el wi fi, y comienza una etapa en el film que sigue el devenir de este joven de esa localidad en el mundo y a través de un hormiguero, la historia se conecta con Cahn, una joven de Filipinas que deambula por la selva y termina bañándose en un estanque natural junto a otros jóvenes, también con el interés y la necesidad de llegar a un pueblo buscando conectividad en la red.
Esto es un poco lo que nos plantea el film, incoherente, audaz y por momentos con unos seguimientos interminables cámara en mano de los personajes. Es el debut cinematográfico del director Eduardo Williams, quien ya había participado con muy buenos resultados en el ámbito del cortometraje en varios festivales.
Está fuera de los convencionalismos, genera múltiples sensaciones, desde el rechazo absoluto, pasando por la incomodidad, por la irritación y creando el interés de cómo va a seguir esta historia. Filmada en tres países, donde los trabajos son tan precarios como ingratos, intentando sobrevivir en el presente. Está planteada como una película ¨desprolija y sucia¨ con muchos planos-secuencias, largas caminatas de viajes sin rumbo, encuentros de tribus urbanas, mezclando junglas de cemento y naturales, cuerpos expuestos con códigos masculinos.
Es una narración híbrida, tratando recrear sensaciones, momentos íntimos. Lo cotidiano de los suburbios de clase media-baja y la hiperconectividad entre los personajes son la constante. Es una película difícil de digerir, y seguramente será muy controvertida.