Un fracaso en tres dimensiones
La serie de los ’60 tenía estilo y elegancia. “Belleza Negra” era un cochazo y encima lo manejaba Bruce Lee, como el inefable Kato. Después de tanto revival del comic y los seriales pop de los ’60 en clave dark (léase los Batman de Christopher Nolan), prometía la idea de agarrar a algún otro superhéroe y despojarlo de todas las psicopatías y solemnidades al uso. Y El Avispón Verde parecía ideal. Sobre todo si se lo daban a dirigir al francés Michel Gondry, que siempre probó tener imaginación, desparpajo y muy buen ojo para todo lo que fuera dirección artística y diseño visual. El problema es que el proyecto era de Seth Rogen, estrella en ascenso de la llamada Nueva Comedia Estadounidense, que quería hacer del Green Hornet su trampolín hacia las grandes ligas de Hollywood.
El salto, sin embargo, no pudo ser más fallido. Como en Supercool, Pineapple Express y Ligeramente embarazada, aquí Rogen también juega con todas las cartas a su favor: no sólo es el protagonista sino también el guionista y coproductor, junto a su socio de siempre, Evan Goldberg. La fórmula también es la misma a la que está acostumbrado: la del buddy movie. Pero la camaradería de opuestos no funciona en El Avispón Verde, donde el sobrepeso de la producción se carga, los chistes tardan en llegar y, cuando llegan, no tienen fuerza ni gracia. Las punch lines son pocas y malas. Y para colmo Jay Chou podrá tener velocidad y talento para lanzar patadas voladoras, pero no parece el partenaire más indicado para devolver frases supuestamente ingeniosas.
De los aportes de Gondry (¿qué fue del director de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos?) no parece haber quedado nada, salvo su costado más frívolo y superficial, como esas flores de colores primarios que hace estallar en 3D. Y de la tridimensionalidad sólo se destaca ese capricho; por lo demás, la película sería igualmente inocua y ruidosa en dos dimensiones.