Luchamos y nos divertimos
Las expectativas eran extrañas antes de ver El avispón verde. Recuerdo cuando Kevin Smith anunció hace bastante tiempo que iba a dirigir esta adaptación de la vieja serie de televisión que hizo saltar a la fama internacional a Bruce Lee. Eso no me interesaba mucho, dada la poca capacidad de Smith como director con dotes visuales (ojo, me gusta el tipo, pero convengamos que su fuerte son los diálogos irónicos con referencias a la cultura nerd). Después escuché que Seth Rogen se hacía cargo del proyecto como guionista y protagonista, y que el genial Stephen Chow (Shaolin Soccer, Kung-Fusion) no sólo iba a ser el director sino que también iba a interpretar al ayudante Kato, y allí mi interés subió hasta el cielo. Pero parece que hubo ciertas diferencias entre Rogen y Chow sobre el tono general de la película (por lo que leí en algún lado, Chow quería que el héroe principal manejara a Kato con un control remoto) y lamentablemente el astro chino se volvió a su país natal. Así, cuando parecía que el proyecto se caía definitivamente, apareció Michel Gondry. ¿Me están diciendo que el hiper creativo y ultra delirante director de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y La ciencia del sueño se iba a hacer cargo de una película de superhéroes? La idea era tan extraña como desconcertante, y el resultado podía haber sido algo genial o catastrófico. La curiosidad todavía estaba presente.
La realidad es que al ver El Avispón verde nos damos cuenta de que no estamos ante una película de Michel Gondry, sino ante una de Seth Rogen. Ojo, el toque Gondry aparece a cuentagotas a lo largo del film, pero el tono general es 100% proveniente del autor de Supercool y Pineapple Express junto a su fiel coguionista Evan Goldberg. No solamente el estilo de humor es similar al de aquellos filmes, sino que El Avispón verde comparte con ellos una idea en común: la de los lazos de amistad entre hombres. Sí, antes que un film de superhéroes (que lo es y a mucha honra) El avispón verde es una auténtica bromantic movie, una en la que los dos protagonistas, el Britt Reid de Rogen y su asistente Kato, encuentran en los disfraces, las máscaras y los gadgets la posibilidad de cumplir la fantasía que tanto anhelaron de chicos, y que fue impedida por James Reid, padre del primero y jefe del segundo, cuya misteriosa muerte sirve como disparador de la historia. Gondry se dedica a seguir la relación entre ambos, desde la fraternidad y la diversión que supone el hecho de crearse una identidad secreta para salir a combatir el crimen hasta los celos y la envidia por decidir quién la juega de héroe y quien de secuaz de héroe. El sello del director sólo puede verse en el desarrollo de algunas escenas de acción (las peleas con “Katovisión” por ejemplo) y en algunas secuencias de montaje en las que hace un creativo uso de la pantalla dividida.
A fin de cuentas, poco importa si el estilo Gondry está presente o no en la película, mientras que el interés se mantenga en el dúo de superhéroes. En ese sentido, El avispón verde es todo un logro, porque esa felicidad que Britt y Kato irradian cada vez que salen a luchar contra el mal por las calles es la que tenemos nosotros cuando vemos a esta particular pareja imponiendo su extraño y delirante sentido de la justicia.