El cine independiente en Argentina sigue demostrando su identidad a la hora de escenificar la cruda realidad socioeconómica que golpea a los sectores más marginados de nuestro país. Y si de visibilizar se trata, esta película no se queda atrás.
El Azote sigue la historia de Carlos (Kiran Sharbis), un asistente social que trabaja en un instituto de menores de Barilochey que, en poco tiempo, debe enfrentarse a la ruptura de su pareja, el cuidado en solitario de su madre inválida y la llegada de dos nuevos menores al centro que ponen en evidencia los vacíos administrativos.
Escrita y dirigida por el prolífico cineasta José Celestino Campusano (Vikingo; El sacrificio de Nehuén Puyell), esta cinta ganadora de la Competencia Argentina en el 32° Festival de Cine de Mar del Plata, nos muestra el lado B de aquella ciudad turística tan recurrida por sus paisajes idílicos y su apacible e histórico pueblo. Marginalidad, violencia institucional y familias sumidas en la descomposición social, impregnan estas tierras sureñas invisibles a los ojos de los turistas.
El protagonista de la película es un hombre de mediana edad y una notable empatía que intenta proteger a los jóvenes del flagelo de las drogas, la violencia policial y los abusos intrafamiliares que se encuentran a la orden del día. Con su cabellera larga y vestido siempre de negro y cuero como si fuera un integrante de una banda heavy metal (característica recurrente en los filmes de Campusano), Carlos-a quien los chicos apodan Murciélago-lucha constantemente para encauzar la vida de estos adolescentes a quienes el sistema les ha arrebatado todos sus derechos.
Mientras pretende hacerle frente a la corrupción del instituto y las trabas económicas y burocráticas, los vínculos personales de este asistente social se van desintegrando poco a poco. Su esposa, cansada de los desaires de Carlos y de cuidar de su intolerante madre enferma, decide separarse en busca de un mejor futuro. Ahora el hombre debe hacerse cargo de aquella madre cuya afección le provoca unos terribles delirios místicos.
La décima película de Campusanono es de esas historias que detentan un suspenso y una violencia in crescendo hasta culminar con un final arrollador. De hecho, podríamos decir que el desenlace de la película ocurre justo cuando está por librarse un intenso combate, uno no menos espinoso que los que Carlos debe enfrentar día a día. Se trata, más bien, de un drama analítico y contemplativo, que por momentos roza el cine documental y que invita a la reflexión y el debate por parte de los espectadores.
El elenco presenta a varios actores no profesionales y esto seguramente se deba a una insistente búsqueda de naturalidad. Sin embargo, por momentos los diálogos parecen muy forzados y, si no fuera por los recursos actorales del protagonista, la performance de los otros personajes caerían en el ridículo.
El Azote es un filme hiperrealista, denunciante y audaz, que no intenta dulcificar la violencia y la sordidez que las clases poderosas pretenden ocultar bajo la alfombra.