Y el tiempo pasa…
A quince años del debut de El Diario de Bridget Jones (Bridget Jones’s Diary, 2001), su directora, Sharon Maguire, recupera la magia de aquel entrañable personaje treintañero, acomplejado e inseguro, con el que cosechó mil fans mientras confesaba en su diario íntimo sus inquietudes y proyectos, propios de la edad, como dejar de fumar, adelgazar, encontrar al gran amor de su vida… y un largo etcétera que jamás llegaba a concretar. En esta nueva entrega, la realizadora y guionista, finalmente, se desapega de la novela de Helen Fielding que adaptó al formato audiovisual en sus trabajos anteriores –El Diario… y Bridget Jones: Al Borde de la Razón (Bridget Jones: The Edge of Reason, 2004)- y le da un nuevo giro, respetando el género de comedia romántica que acostumbra. A diferencia de la escritora, que la dejó viuda con 51 años, dos hijos y un amor treintañero que conoció mediante Internet, la realizadora propone otra arista: el gran amor de Bridget, Mark Darcy (interpretado por Colin Firth) no muere. De hecho Jones jamás se casó. Ni con él ni con nadie. Y, con cuarenta años, ya no cuenta en su diario su vida mientras fuma y toma alcohol sino que es una solterona que, tras varios desencuentros amorosos, decide dedicar su tiempo a prosperar en su empleo y recuperar su figura. Pero un día, cansada de la rutina, decide recuperar el tiempo perdido y cual adolescente de American Pie, se sumerge en fiestas donde reina el slogan “Sexo, drogas y rock & roll”, hasta que en medio de este estado de lujuria y alcohol queda embarazada. Su nueva misión será descubrir quién es el padre del niño que lleva en su vientre.
La trama gira en torno a la resolución de este dilema entre su eterno amor Mark Darcy o su nuevo pretendiente, Jack Qwant (Patrick Dempsey), un multimillonario que predice el amor. Sin embargo, lo interesante del film es cómo consigue atrapar al espectador e identificarse en algún punto con alguna situación que atraviesa esta Bridget independiente y osada que bajó esos ansiados kilos y se consagró como Ejecutiva Editorial y productora de un informativo de televisión, mientras detrás de esa imagen de mujer independiente y autosuficiente esconde su mayor deseo: ser madre. Así el guión se ocupa, una vez más, del terreno de la psicología de sus personajes, sus vivencias y su entorno, invitando al espectador a reflexionar sobre tópicos como la obsesión por la comida como reflejo de desencantos amorosos, la autoestima que genera la belleza interna (Mente-Alma) versus la externa (Cuerpo-Materialidad), la obsesión del ser humano cuando pasa la barrera de los treinta en función al mandato social impuesto de tener una familia propia y la experiencia de ser padres, así como los retos de pertenecer, o no, a un triangulo amoroso. Este cuadro, acompañado por una artística idónea, donde los gags de los diálogos hacen brillar a los actores en escenas donde reinan como telón de fondo temas como “We are family” y “Gangnam Style”, conjunción que hacen de esta historia una sólida propuesta.
Párrafo aparte para el impecable elenco conformado por la protagonista Renée Zellweger (Bridget) que volvió al ruedo hollywoodense del que se apartó tras obtener el Oscar como actriz de reparto en 2004 por Regreso a Cold Mountain (Cold Mountain, 2004). Su look, irreconocible, impactó a más de uno, sobre todo a quién le robó el corazón en su primera saga: Colin Firth (Mark Darcy) ¿Vivo? Sí, claro. Colin Firth en la ficción de Sharon Maguire es imprescindible, no sólo por tener ese don que lo llevó a ganar el Oscar a Mejor Actor en 2011 por su protagónico en El Discurso del Rey (The King´s Speech, 2010), sino porque tiene todo el perfil del eterno ex: correcto, nunca desaparece y ronda siempre en la cabeza de Bridget, quien ahora tiene un nuevo pretendiente que es todo lo contrario a Mark, como ella deseaba: Jack Qwant, encarnado por Patrick Dempsey, visto en películas como Día de los Enamorados (Valentine’s Day, 2010) y la serie Grey’s Anatomy. Este caballero, que será el tercero en discordia y también el posible padre del bebé, logra devolverle a esta historia a frescura que parecía haberse agotado en su segunda parte.
Así son las cosas en el vertiginoso mundo de Bridget Jones, una comedia romántica que logra su objetivo principal: entretener. Pese a su eje (trillado) del triángulo amoroso, no supera la primera entrega. De todos modos, el reto de Sharon Maguire es válido y, en conjunción con la co-escritura del guión junto a Emma Thompson y Dan Mazer, consigue exitosamente escapar de la ficción original y superar con creces a su antecesora. Aquí redime al 100% la actitud de su personaje estrella con un aire fresco, superador y positivo, que permite dejar atrás una Bridget conservadora. Ahora bien… Esta nueva versión, ¿logrará cautivar nuevamente el corazón de su público? Esperemos que sí.