El misterio de El Bosco
Vale por la variedad de miradas y de análisis sobre El jardín de las delicias que ofrece.
Si uno dice El Bosco piensa de inmediato en El jardín de las delicias y en el Museo del Prado. Este documental refleja lo que distintas personalidades ven, entienden y explican que hay en el tríptico del artista, nacido en 1450 y que falleció en 1516.
Desde el símbolo sexual del unicornio a cierta intención moralizante del autor, el pensamiento medieval y la polisemia o multiplicidad de significados atraviesan toda la realización de José Luis López Linares.
“Es un paisaje onírico, verdadera simulación del mundo real que son los sueños”, o “La mayoría de la gente se ve a sí misma en la pintura”, y su explicación, aquello de que es un reflejo de nosotros ante la pintura, y que si vemos en su interior, comenzamos a soñar, y de ahí a que El Bosco ha sido capaz de encender la imaginación del espectador e incitar su interpretación.
Porque la pintura, es el consenso, quiere ser entendida, pero no completamente. El pintor desea que permanezcamos en el misterio.
Sin un hilo que seguir, entonces, ni tampoco un narrador que nos guíe, el director entrevistó a una treintena de personalidades de la cultura y de las ciencias (Cees Noteboom, Laura Restrepo, Orhan Pamuk, Miquel Barceló, Michel Onfray, José Manuel Ballester, William Christie) para que den su testimonio. Está Salman Rushdie, hay directores de orquesta, filósofos. Y los pensamientos son de lo más variados por lo que cada uno entiende de la obra, sus significados y significantes.
Si uno, por ejemplo, cuenta la cantidad de conejos que aparecen en la obra, la cantante Silvia Pérez Cuz decide… ponerse a cantar desbordando de la emoción. Habrá análisis, habrá contemplación. La música del filme podrá ser de Bach o de Elvis Costello, la que importa es la que impulsa el ritmo interno del espectador.