Un tema muy grave tratado como culebrón
La película empieza con la entrevista a alguien que fue víctima de un abuso a cargo de un sacerdote y, ya desde este punto, "El bosque de Karadima" no tiene nada que ver con "Primera plana", una obra maestra que vimos hace poco y que justamente se centraba en cómo develar estos casos sin perderse en los detalles morbosos propios del tema.
El guión también se basa en una historia real. Benjamín Vicuña va relatando en una serie de raccontos cómo conoció al cura de una iglesia de la alta sociedad de Santiago, Chile, durante los años 80, y cómo de a poco el sacerdote fue despojándolo de su voluntad para someterlo a sus perversiones sexuales.
La historia interesa y hay que reconocer que las actuaciones y los distintos retratos de personajes son eficaces, pero algo que atenta contra el asunto es que se haya elegido un caso donde el abusado, si bien adolescente, es lo bastante maduro como para estar estudiando medicina, por lo que no trata exactamente de un caso de pedofilia, y da la sensación de que hay cosas que quedan fuera del guión. El tono general es casi el de un culebrón, con música apagada y climax que crecen hacia las escenas de abuso, lo que en realidad no tiene mucho sentido. La película está bien filmada y hay algunos muy buenos momentos de la fotografía de Miguel Joan Littin.