Mariela vuelve a su pueblo natal después de muchos años. Es una mujer misteriosa y claramente perturbada. Su intención principal, sabremos más adelante, es ajustar algunas cuentas del pasado. Un pasado teñido de negro por un episodio desafortunado en el que murieron sus padres y marcado también por disputas sentimentales que todavía repercuten en el presente e irán emergiendo en el relato a caballo de un serie de flashbacks que articulan la narración. Aun cuando se toma un tiempo excesivo para presentar sus conflictos centrales en un primer tramo algo moroso en el que apuesta todas las fichas a la sugestión, El bosque de los perros -ópera prima de este director argentino- consigue después transmitir con eficacia la inquietud que provoca su atmósfera densa, teñida de sangre y rencores que no terminan de expirar. Ayuda un buen trabajo de puesta en escena, consolidado por el desempeño solvente de un elenco medido y compacto en el que se luce su protagonista, Lorena Vega, de virtuosa trayectoria en la escena del teatro alternativo porteño. Oscuro y opresivo, este thriller, rodado mayormente en Vicente Casares (provincia de Buenos Aires), mantiene la gravedad hasta el final, renunciando a cualquier tentación de alivianarse.