Un botón adherido a una viga; la palabra botón dicha en dos lenguas: en español y en Kawéshkar (uno de los grupos en que estaban divididos los pueblos de los canales australes), el botón en la prenda de un indígena que le da nombre en otra lengua, el inglés Jimmy Buttom, arrebatado de su tierra para ser civilizado en Europa y devuelto tras unos años.
¿Qué es un botón en el film de Patricio Guzmán que se estrena en Malba en este octubre 2016 y que había dejado a toda una sala conmovida en ocasión de su preestrenoen el BAFICI de 2015?. Es un signo, apenas, de la historia violenta de un país, pero también algo así como un malentendido. Un error del destino, poético y filosófico a la vez, histórico eideológico. ¿De qué manera un botón puede significar todo eso.?
Es que en Guzmán los sentidos se presentan en forma de pliegues: primero desde la ciencia como modo de justificación de la importancia del agua en nuestro planeta, después desde la historia, la de los pueblos indígenas, originarios del territorio americano, su exterminio en manos de los conquistadores, después de los imperios y después de la dictadura. En el documental de Guzmán todo eso forma parte de una misma lógica en la que lo geográfico es subsumido, atravesado, territorializado con la peor de las intenciones. La imagen, preferentemente en primeros planos, o planos detalle o planos que agigantan la gota de agua, tanto como los ojos rasgados y rotos de las fotografías en blanco y negro, son de una contundencia inevitable.
La voz en over, del mismo Guzmán, a lo largo de los 90 minutos, pausada, clara, sencilla, que algunos critican por demasiado pedagógica, es un significante preciso, que apunta a entender y hacer entender lo inexplicable. Ese didactismo de Guzmán, en todo caso es poético no hegemonicista ni escolar. Como cuando recrea la metodología de los vuelos de la muerte, que en Chile, se llevaron 1400 personas al mar, pero que se replica en Argentina y Uruguay con la misma calidad de estremecimiento. Un mar que los chilenos niegan pero que los aborígenes comprendían, navegaban.
Continuidad de Nostalgia de la luz, El botón de Nacar sigue su mismo procedimiento: el de razonar el cosmos como un todo, de avanzar sobre el tema para encontrar el nudo hacia el centro del film. La lógica y coherencia de un director definitivamente instalado en lo mejor del cine latinoamericano.
Desde el sábado 8 de octubre, en Malba los sábados a las 20 hs