Ian McKellen es el buen mentiroso del titulo. Según la novela de Nicholas Searle, es un veterano maestro de la estafa, con décadas de fechorías, que sigue sintiéndose a sus anchas en la Inglaterra de 2009. Mientras ejecuta un trabajo complejo y realmente redituable, este carismático y, en un principio, casi querible delincuente de la tercera edad va entrando en confianza con una inocente viuda a la que contacta online en la formidable secuencia de títulos. Claro, como esta victima ingenua es Helen Mirren, el espectador rápidamente sospechará que el asunto no será tan sencillo.
Partiendo de la premisa, hipotética pero casi segura, que en el momento adecuado Mirren sabrá cómo enfrentar a McKellen, la trama se toma todo el tiempo y los artilugios necesarios para darle credibilidad a esta improbable relación platónica entre gente grande que apenas se acaba de conocer. A medida que el director va revelando la cara más siniestra de su villano en un par de secuencias notables y fuertes (con homenajes a clásicos de los ’70 como “El archivo de Odessa”), esa relación cobra más verosimilitud.
Justo en ese punto, la trama da un giro imprevisto hacia cruentos flashbacks históricos que, aun mas que la premisa original, dejan ver hacia dónde apunta el argumento. Conciliar esos flashbacks ambientados en los años ‘40 con el resto del film genera un poco de ruido. Lo que no impide que el conjunto funcione como un sólido thriller con algo que decir. Pero “El buen mentiroso” es, sobre todo, un gran show para el talento de McKellen, que se luce como nunca. Una Helen Mirren extremadamente contenida le sigue el juego, brillando especialmente cuando logra mantener su moderación aun en los trances mas furibundos de su personaje.