El buen patrón representa la tercera colaboración de Javier Bardem con el director Fernando León de Aranoa, tras la excelente Los lunes al sol (2002) y la horrenda Loving Pablo (2017), inspirada en la vida del narco Pablo Escobar.
La película fue aclamada por la prensa española y obtuvo un récord de 26 nominaciones este año en los Premios Goya, donde compitió en 26 categorías.
Al igual que en la producción del 2002 el director vuelve a retomar la temática del mercado laboral, con la particularidad que en esta oportunidad la trama no se centra en los trabajadores explotados sino en los empresarios y el tono del film juega más con la sátira. Javier Bardem, quien aparece en casi todas las escenas, es el principal motivo para darle una oportunidad a esta propuesta que sin su presencia probablemente no hubiera llamado la atención.
Conceptos como la demonización del mundo empresarial y las mujeres que se prostituyen para conseguir un ascenso se sienten anticuados y en ese sentido el film reúne todos los clichés imaginables que se podrían reunir en una historia de este tipo. No obstante, la carismática presencia del protagonista consigue que la experiencia resulte más amena y entretenida.
Bardem aborda un personaje que tenía todas las condiciones para convertirse en una burda caricatura y le aporta una humanidad que le añade un perfil más interesante. Por momentos trae al recuerdo al Tony Soprano de James Ganfolfini que también resultaba muy atractivo por todas las contradicciones que presentaba su personalidad. El director construye la película a través de varias subtramas que confluyen en un desenlace que resulta un poco más turbio de lo esperado.
Si bien El buen patrón no está a la altura de la aclamación exagerada de la prensa europea, al menos ofrece una propuesta decente que expresa una crítica incisiva del mercado laboral sin convertir el cuento en un burdo panfleto político.