Un largo recorrido de la mano de un actor/director que ya demostró que sabe como contar historias.
Después de Bobby (2006), ese drama que supo tener algunas buenas críticas, Emilio Estévez demostró que a pesar de su hermano, su padre y su propio trabajo como actor, la dirección podía ser un buen camino para él. Y gracias a este nuevo film va afirmándolo cada vez más.
El camino (The Way, 2010) es la historia de Tom (Martin Sheen, padre del director), un oftalmólogo viudo que se acaba de enterar que su único y no muy cercano hijo Daniel (Emilio Estévez), que recientemente se había ido a recorrer el mundo, fallece en un pueblo de Francia, debido a una tormenta cerca de la zona de los Pirineos.
Cuando Tom va hacia Europa en busca de los restos de su hijo, se entera que él había comenzado a hacer el Camino de Santiago, un peregrinaje de 800 Km. desde Francia hasta Santiago de Compostela, en España. Hecho por gente de todo el mundo, este peregrinaje que data de la Edad Media comenzó de manera puramente religiosa, pero con el tiempo las razones fueron cambiando. Y Tom decide que su razón principal va a consistir en llevar las cenizas de su hijo hasta el final del camino, y así terminar el viaje que él había comenzado.
En el proceso, Tom se va encontrando con diferentes personajes que hacen el peregrinaje por distintas razones: Joost (Yorick Van Wageningen) de Amsterdam, un gordito simpático que siempre está fumando marihuana y quiere bajar unos kilos con la caminata, Sarah (Deborah Kara Unger) de Canadá que, con un poco de mal humor en el camino, decidió dejar de fumar cuando llegue al final del viaje y Jack (James Nesbitt) de Irlanda, un escritor bloqueado tratando de solucionar su problema.
Una típica road movie con drama pero simple en su forma, sin golpes bajos ni (tantas) escenas edulcoradas a las que estamos acostumbrados cuando una historia rodea ciertas temáticas, como la muerte en este caso, ya que al parecer Estévez supo darle sensibilidada la historia sin esos recursos.
La película no es pretenciosa, y eso es lo mejor que tiene. Ninguno de los personajes que nosotros vamos a conocer trata de encontrar a Dios en el camino, y ni siquiera queda tan explícito que es lo que realmente fueron a buscar, pero de a poco el director, con ayuda de cuatro excelentes actuaciones, nos va mostrando un poquito de sus razones y sus finalidades.
Hay que aplaudirlo a Estévez por la elección de las hermosas locaciones que se ven a lo largo del viaje y el reparto, ya que son lo mejor de la película. Martin Sheen (Apocalipsis Now) se lleva los laureles gracias a su sensible actuación y credibilidad en cada cosa que hace, mientras que el resto del reparto muestra una gran química y aporta momentos dramáticos muy buenos, así como también instantes de comedia que amenizan la historia muy bien.
Como muchos de los productos norteamericanos que incluyen personajes de otros países, puede que esta película tenga algunos estereotipos muy marcados, algún que otro recurso innecesario y un comienzo un tanto lento pero se perdona gracias a las otras grandes características que hacen que sea una muy linda historia para ver y escuchar. Y hasta seguro te vas a quedar con un poco de ganas de hacer el Camino de Santiago, tengas o no tengas razones.