En estos últimos años no hay nada mejor que mirar nuestro presente mientras analizamos nuestro pasado, para así aprender de nuestros errores -cuan graves sean-, mejorar y lograr vivir en comunidad con todos los habitantes del suelo argentino. Este es uno de los objetivos de El Campo Luminoso, documental que desde el jueves 4 de agosto se verá en el Cultural San Martín. Las próximas fechas son: Jueves 4 y 25 de agosto a las 19:00hs; Sábado 6 y 27 de agosto a las 19:00hs; Viernes 12 de agosto a las 19:00hs; Domingo 14 de agosto a las 17:00hs; Sábado 20 de agosto a las 17:00hs; y Domingo 21 de agosto a las 19:00hs.
Tomando como base la filmación realizada en 1920 de una expedición sueca, comandada por Emil Haeger, a la provincia de Formosa -donde reside el pueblo Pilagá- que tenía como objetivo instalar colonias y explotar recursos naturales, el film intenta llegar al lugar no solo para conocer al pueblo, sino también para mostrarles fotos e imágenes de aquel viaje y que el espectador se profundice en la historia y en los trágicos sucesos ocurridos.
En lo que el realizador Cristian Pauls se destacó es en el respeto con el que fue contando la historia y relatando sus experiencias, muchas veces dejando que las imágenes hablen por sí solas, sin interponer su perspectiva con la de los pilagá. Esto logra una audiencia activa y que preste atención de principio a fin.
Técnicamente, consigue unos climas impresionantes con la adición de algunos sonidos de ambiente en lo filmado en 1920; sale del silencio y con los relatos del diario de Haeger se llega a un estado de entera inmersión sensorial y así completar la película.
Más allá de que la duración puede ser un poco larga, no significa que no sea una historia de interés. Al contrario, son momentos que como personas estamos obligadas a conocer. Es imprescindible saber sobre las masacres de Fortín Yuncá (1919), erróneamente atribuido al pueblo pilagá, y Rincón Bomba (1947), genocidio perpetrado por fuerzas pertenecientes a Gendarmería Nacional hacia los nativos. Nuestro pasado nos condena, pero además tiene el poder de enseñarnos a ser y convivir los unos con los otros.