Amen de las loables labores de Leonardo Sbaraglia y Dolores Fonzi, la historia planteada tiene, a mi criterio, dos grandes inconvenientes que merman la buena recepción del film. En primer lugar, resulta demasiado elemental el tratamiento rítmico del relato: se entiende que la placidez rítmica y cansina de las acciones y los sucesos están vinculados, o pretenden estarlo, con una vida más relajada, menos estresante, etc. Esta literalidad entre contenido y forma consiste en que, con el objetivo de mostrar que la protagonista se aburre porque allí no pasa nada y el tiempo se detiene, el enunciador ha decidido que su estrategia narrativa sea la de identificarnos con ese estado emocional: el aburrimiento. El espectador debe vivir el mismo tedio que la protagonista. Pienso que como estrategia no sólo es elemental, sino fundamentalmente ineficaz desde el punto de vista del fenómeno de la expectación cinematográfica.
Por otro lado, uno de los pocos elementos de interés del relato, la relación con la casera, concluye apenas se inicia por la muerte de la mujer. Del mismo modo el film decide dar por terminado el relato precisamente cuando empieza a ocurrir algo significativo desde la perspectiva de los personajes, y esto sin justificación dramática alguna. Estos componentes son precisamente los que podrían haber levantado la película y reforzado su dramaticidad, y el hecho de que el enunciador haya decidido dejarlos sin efecto, más allá de un vistazo, resulta inexplicable.
En segundo lugar, el conflicto no termina de consustanciarse porque el diseño narrativo de los personajes es demasiado pobre y superficial: no conocemos las razones que han llevado al protagonista a querer mudarse a un escenario tan diferente de su cotidianidad, ni mucho menos cómo es que su mujer ha aceptado acompañarle siendo que casi desde el inicio se muestra insatisfecha y desgraciada. Esta ausencia de contexto impide que el drama se encarne de modo verosímil y que se pueda profundizar.