Si alguien se pregunta cómo sería un film de suspenso o de terror sobre algo bien arraigado en el alma argentino, la respuesta podría ser El Campo. Que carece de escenas fantasiosas, que quede claro: el terror es parte de lo que los personajes experimentan. Aquí es una pareja (Dolores Fonzi y Leonardo Sbaraglia, muy justos y sin desbordes injustificados ambos) que cumple aquella fantasía de dejar la ciudad por el campo. Pero los problemas del traslado generan tensiones, y las tensiones enrarecen, poco a poco y hasta llegar a la violencia, la relación entre ambos y con su pequeña hija, que pasa de ser una felicidad a una molestia. La mayor virtud de Hernán Belón en este debut en el largo de ficción consiste en evitar la sorpresa: justamente, en dosificar las acciones y los gestos de modo tal de generar un clima enrarecido y temible de modo creciente hasta envolver al espectador en una situación anómala y casi irreal. Una película de una sequedad notable.