Donde la maleza crece libre
"El Campo" es una película que a pesar de su eslogan "A veces hay que salir para volver a encontrarse", habla en realidad sobre el desencuentro con el otro, quizás encontrarse con el verdadero "yo", pero definitivamente sobre las diferencias con el otro como parte ¿complementaria? de la vida de una persona.
Santiago (Leonardo Sbaraglia) y Elisa (Dolores Fonzi) se están mudando al campo con su hijita, él con muchas pilas y ganas de construir la vida perfecta que venden esos folletos de countries nuevos, mientras que ella se muestra media reacia, desconfiada y con reservas a comenzar una vida campestre. El problema no es el desacuerdo sobre vivir o no en el medio de la nada con chanchos e insectos que ofrecen una verdadera orquesta nocturna, sino que el nudo de la cuestión está en verse el uno al otro de manera obligada sin ruidos y distracciones citadinas que desvíen los pensamientos que se producen, tanto los buenos como especialmente los malos. En el campo la maleza crece libre, los mismo sucede con los aspectos inconclusos de esta pareja que comienza a tener que vivir realmente con el otro, descubriendo egoísmos, carencias, agendas propias y lados oscuros que muchas veces uno quiere enterrar en lo más profundo del ser.
No es un film fácil de enganchar, pero si te dejás llevar vas a poder vivir un cine que transforma al espectador, al menos durante una hora y media, y lo mueve emocionalmente por las pobrezas humanas. Si te cerrás quizás pienses que se trata de dos forros de ciudad medio egoístas que no saben vivir como pareja funcional y probablemente te aburras bastante, ya que la fotografía, la edición de sonido y los planos están preparados para hacerte sentir la incomodidad y la alienación de la protagonista Elisa, que va volviéndose más paranoica con cada minuto que pasa.
Una peli para explorar esos aspectos internos que muchas veces están anestesiados por el efecto "metrópolis", pero que cuando florecen golpean el ser al punto de no poder volver nunca más hacia atrás.