Voces en mi casa
David y Alice son una pareja que anhelan tener, como muchas otras, una casa propia. Luego de ver varias y de ser muy exigentes en las visitas que realizan para conocerlas, David cree que una es la ideal y la lleva a la mujer para que determine si es la que necesitan.
Tras unos minutos, en los que asistimos a una escena simple, tensa, pero efectiva, en la que David queda en un segundo plano, esperando por el veredicto de su esposa, El canal del demonio (The Canal, 2016) del realizador irlandés Ivan Kavanagh, sienta las bases de una historia envolvente, plagada de pesadillas, en la que David (Rupert Evans, recientemente visto en El niño), uno de los responsables del archivo de una institución educativa, verá cómo su vida cambia al alojarse en ese hogar tan soñado, del que no conoce su pasado.
El relato, gracias a un guión sólido, progresa lentamente, revelando detalles de la pareja, de las características de cada uno de ellos, y del abismo que se comienza a generar entre ellos cuando David comienza a sospechar un engaño por parte de Alice con un compañero de trabajo, por lo que inicia una pesquisa para saber si sus intuiciones son certeras, haciendo que el relato cambie de tono y registro.
Así, El canal del demonio, continúa su narración de intrigas y de misterio, en torno a la posterior desaparición de Alice (Hannah Hoekstra), y la participación en la misma de David, o no, ya que la pantalla será copada por flashbacks confusos sobre la noche en la que la mujer fue vista por última vez y que se desarrollaron junto al canal que el título refiere.
La decisión de sumar, además, personajes secundarios que potencian la idea de lo irreversible de la muerte en un lugar en el que anteriormente se cometieron actos atroces, van configurando la estructura de la película, con logrados estereotipos que funcionan para darle verosimilitud a la historia.
La incorporación de archivos cinematográficos, por la actividad que desarrolla David, suman efecto a la hora de revelar los hechos del pasado que vuelven a la casa, y que serán el desencadenante de la tragedia que Ivan Kavanagh busca llevar adelante en imágenes.
Hay cierta reiteración de acontecimientos, y laxitud del relato, que resienten el planteo propuesto inicialmente, como así también una búsqueda de la sorpresa efectista para generar tensión cuando no era necesario, y pese a esto, la película sale airosa de los lugares comunes.
La lúcida mirada sobre el género, que aquí es más un híbrido entre terror/thriller/policial, reposa en algunos diálogos entre el investigador de la desaparición de Alice (Steve Oram) y David. En uno de los encuentros éste le dice “la gente siempre sospecha del esposo, ¿sabes porqué?, porque siempre es el esposo”, y así el director demuestra su conocimiento sobre el género y las ganas de jugar y narrar, como así también las del espectador de seguir viendo la historia.