El candidato: lúcida y cargada de ironía
Martín Marchand se prepara para triunfar en la política. Cuenta con un pintoresco grupo de asesores que se reúne con él en una fastuosa estancia para elaborar una campaña más apoyada en las estrategias de marketing que en propuestas tangibles.
Todos los datos que circulan abierta o solapadamente en El candidato conducen al mismo destino: las iniciales del político, que además tiene un padre poderoso que lo presiona constantemente a la distancia, las tres letras que identifican al espacio político al que pertenece (NEO, en este caso), el nombre de la colega más experimentada que podría ser su aliada en la campaña (Eloísa). Es difícil no encontrar paralelismos con la actualidad argentina. Pero este segundo largometraje de Daniel Hendler excede el marco de las referencias evidentes y funciona a la perfección como comedia lúcida y cargada de ironía, apoyada en ese humor agudo e inteligente que Hendler suele imprimirle a sus personajes cuando actúa.
La película se beneficia notoriamente de la solidez de un elenco muy ajustado (es excelente el trabajo del protagonista, Diego de Paula). Más cerca del final, la película se zambulle imprevistamente en el terreno del thriller, un giro que parece destinado a señalarnos que, más allá de su visible patetismo, los discursos presumiblemente vacíos también pueden derivar en consecuencias muy peligrosas.