El círculo rojo
La segunda película de Daniel Hendler es una comedia sobre la construcción de un candidato que elige el absurdo por sobre la crítica política.
La segunda película de Daniel Hendler es desconcertante. Cuenta la historia de un candidato político y su equipo de comunicación, recluídos durante un par de días en una casona de un campo para armar un spot de campaña. Una de las primeras escenas parece que va a marcar el tono de la película: todos reunidos alrededor de una mesa, con el candidato (Diego De Paula) en la cabecera, tirando ideas. Pronto vamos a saber que el candidato es un outsider de la política, hijo de un empresario, y que la intención de todos es alejar su imagen de la de los negocios de su padre. Las discusiones giran en torno a cosas simbólicas, como “si fueras un pájaro, qué pájaro serías”, hasta que el diseñador gráfico (Matías Singer, lo mejor de la película) hace una pregunta inocente: pero, ¿cuáles son las propuestas? ¿Sos de izquierda o de derecha?
La referencia parece bastante obvia a políticos del estilo de Mauricio Macri (el nombre del partido, bautizado en ese mismo momento, será NEO) y si bien la propuesta no es muy original, con su crítica a la superficialidad de la videopolítica y al cinismo de los publicistas, Hendler tiene pulso para el humor y el grupo de actores comparten su sensibilidad. Además de Singer y De Paula están Alan Sabbagh, Ana Katz, César Troncoso, José Luis Arias y Roberto Suárez, todos muy efectivos en la parte que les toca.
Pero después Hendler pareciera optar por el camino del absurdo. Quizás justamente para apartarse de la crítica elemental, los diálogos, los silencios y las expresiones de los personajes viran a un humor más cercano al de películas uruguayas como Whisky o al de algunos de los cuentos más absurdos de Leo Maslíah. La decisión podría ser saludable si no fuera que el humor acá funciona menos en sí mismo. De hecho, los mejores momentos de la película siguen siendo aquellos en los que se burla del vacío propositivo del candidato. (El mejor, cuando en el medio de la grabación del spot el personaje de Troncoso interrumpe y dice: “¿Qué pensamos de Dios? ¿Estamos a favor o en contra?”.)
Y cuando como espectadores estamos tratando de entrar en esta propuesta extraña, que no era la que imaginábamos al comienzo, entra el personaje de Verónica Llinás, una especie de “madrina política”, y la historia vuelve a dar un giro: ahora vemos que nuestro protagonista es menos un Macri que un patético candidato a quinto diputado que no tiene ni voz ni voto. Ahí empieza una mezcla de comedia de enredos con thriller político (siendo muy benévolos) y más allá de un par de buenos momentos (en especial con Chiara Hourcade, que interpreta a la novia del diseñador que hace Singer) la cosa nunca deja de ser confusa y demasiado esforzada.