Anexo de crítica por Fernando Sandro
Segunda película como director del conocido actor Daniel Hendler, El candidato es una hábil sátira política con referencias que parecen explícitas, y que lentamente vira hacia un argumento mucho más sórdido. Hablar de Daniel Hendler es hablar de buena parte del Nuevo Cine Argentino nacido a principios del Siglo XXI, también es sinónimo del crecimiento del cine uruguayo (su país natal) y su gran despegue en los últimos años.
Desde sus inicios se posicionó como un rostro recurrente para el cine independiente, convirtiéndose en uno de los actores con mayor crecimiento de estas últimas dos décadas. Pero también construye una carrera como director, y si bien su ópera prima Norberto apenas tarde tuvo un resultado y recibimiento más bien tibio, con su segunda obra, El candidato logra dar en el blanco de sus propósitos. La historia, co-guionada por el experimentado Alberto Rojas Apel, presenta una sola locación, una casa quinta alejada, en medio del campo; mayormente sus interiores, y ocasionalmente el enorme parque que la rodea.
A ese lugar llega una comitiva con un fin concreto, crear la campaña política para Martín Marchand (Diego De Paula) camino a las próximas elecciones. Encerrados en ese lugar, la idea es que cada uno arroje sus ideas avocadas a mejorar, o mejor dicho crear, la imagen de este candidato que puede ser todo un desafío. Claro, Marchand no es un candidato más, es el heredero de una familia acaudalada, de linaje empresarial, y con algunos manejos en sus negocios un poco turbios. Pero eso no le preocupa a Martín, un hombre al que le gusta vivir su vida y que pareciera querer buscar algo de popularidad.
Por supuesto que esas relaciones que no preocupan a Martín, sí preocupan a sus asesores que deberán ingeniárselas para limpiar esos antecedentes cercanos a negocios perjudiciales con el medio ambiente; por ejemplo, hacerlo ver a Marchand como un candidato amigo de la naturaleza, de los pájaros y los árboles. Esta “anécdota” le permite a El candidato presentar una fauna de personajes que ni tardarán en desplegar sus aristas.
Están los más relacionados al mundo de la política, los que tienen que ver con el mundo publicitario, y los que a plena inocencia solo quieren cumplir la labor encargada sin involucrarse con Marchand candidato. En este sentido, es una elección inteligente que el punto de vista casi en su totalidad sea el de Mateo Borrás (Matías Singer), un técnico que ve todo el entramado desde afuera y es tan inocente como para hasta traer a escondidas a su novia Rocío (Chiara Hourcade) pensando en pasar un día campestre.
Si bien hay situaciones que sobrepasan algún límite, El candidato mayormente elude caer en el grotesco directo, quizás sí más sutil, logrando una sátira que también logra esquivar varios (no todos) estereotipos peyorativos. Es imposible no trazar algún paralelismo con la coyuntura actual, más siendo este año un año electoral en nuestro país.
Pensar que desde hace algunos años nombres como el de Jaime Durán Barba se hicieron popular en nuestro país nos trae de inmediato a reflexionar sobre lo real que pueden ser los hechos como los muestra El candidato; con alguna similitud con la mini serie local Milagros en campaña.
No solo eso, en varios de los personajes podemos encontrar un reflejo de muchas de nuestras personalidades políticas, algunas más obvias, otras más imaginativas… ¿o será que en todo el mundo los asuntos políticos se manejan de igual forma?
Hay algún quiebre en El candidato, no muy puntual, luego de un pequeño estancamiento en el segundo acto, en el que la historia comienza a girar más en torno a cuestiones de espionaje político, siempre manteniendo la clave humorística, pero más turbia, y si bien consigue mantener un firme interés, culminará con resoluciones a las que les falta algo de peso. La puesta en escena es sencilla, y hasta no sería muy difícil imaginar a El candidato como obra teatral, más allá de que se consigue el aire necesario y el tono narrativo sea cinematográfico.
El peso importante estará en un elenco conformado por los citados (con un De Paula afiladísimo), más Ana Kataz (esposa de Hendler y gran interprete además de aguda realizadora), Alan Sabbagh, César Troncoso, Roberto Suárez, José Luis Arias, y Verónica Llinas (desopilante como de costumbre), todos en niveles altos y a disposición del juego satírico que propone la película. Más allá de algunas imperfecciones, El candidato es un film que respira actualidad y una mirada certera para observar todo con la lejanía necesaria como para disparar dardos hacia todos lados. Con un guion inteligente, esta vez Hendler logra una realización como director, tan ácida como simpática. El resultado es una carta verde para esperar su próximo proyecto.