En El candidato sólo dos personajes dicen no saber nada de –o no estar interesados en– política. Uno lo hace para reducir el impacto de una intervención desafortunada en pleno brainstorming de una incipiente campaña proselitista. Otro, en realidad otra, para declararse inocente ante una acusación de boycott. De esta manera la naturaleza o condición apolítica aparece en la película de Daniel Hendler como equivalente a la expresión “Yo no fui”.
Sin dudas, ese Yo no fui es constitutivo del prototipo de candidato que el actor devenido en realizador imaginó para su film recién estrenado en las salas porteñas. De hecho, el personaje que encarna Diego de Paula vislumbra una especie de alter ego en uno de esos jóvenes que se posicionan bien lejos de la cosa pública y de la militancia.
Aunque haya decidido incursionar en la política, Martín Marchand tampoco es de ese palo. El Yo no fui se convierte en un Yo no soy extensible a los asistentes privados y asesores profesionales que acompañan este bautismo de fuego. Por si cupiera alguna duda al respecto, uno de ellos señala la conveniencia de posicionarse en un acomodaticio Centro.
El candidato es un compendio de pequeñas –a veces pícaras– invitaciones a pensar en la cuestión política más allá del mencionado Marchand, sobre todo de las eventuales similitudes con los ricachones que en la vida real deciden disputar (más) poder desde una plataforma partidaria, en general montada para la ocasión. Acaso por eso, el film de Hendler activa el recuerdo de Desde el jardín, que el estadounidense Hal Ashby filmó en 1979.
En aquella adaptación de la novela Being there de Jerzy Kosinski, Peter Sellers encarnó a un jardinero con un leve retraso madurativo que, por una serie de casualidades y causalidades, se convierte en una suerte de gurú, incluso para el Presidente de los Estados Unidos. Aunque Chauncey Gardiner tiene muy poco en común con Marchand, Desde el jardín también invita a pensar en la factura eminentemente mediática de algunos referentes políticos, y en la atracción que estos propotipos ejercen entre los ciudadanos apolíticos y/o hastiados de la tradicional idiosincrasia militante/partidista.
Más atrevido que Kosinski y Ashby, Hendler inocula una dosis de violencia (regulada) en la crónica del fin de semana que Merchand comparte con sus asesores de campaña, en su estancia. De esta manera, el realizador uruguayo opaca la pretendida transparencia y nobleza de la neopolítica.
El guión co-escrito con el porteño Alberto Rojas Apel es ocurrente e inteligente, tan encomiable como las actuaciones del mencionado De Paula y demás integrantes del elenco: Matías Singer, Verónica Llinás, José Luis Arias, Alan Sabbagh, Ana Katz, Roberto Suárez, César Troncoso.
Sin dudas, El candidato es una película imperdible para el público interesado en conocer la evolución de Hendler como director. La disfrutarán además los espectadores atentos a la combinación entre política y mercadotecnia.