La impronta de Disney inunda "El cascanueces y los cuatro reinos", una ambiciosa apuesta que cuenta con todos los elementos visuales tradicionales del estudio. En esta ocasión se trata de una adaptación del clásico de E.T.A. Hoffman y el ballet de Petipa. Sin embargo la magia habitual aparece actualizada con una heroína a la que no le atraen especialmente los bailes, ni los vestidos de alta costura ni las fiestas de gala, y prefiere descubrir los secretos de los mecanismos antes que pensar en la apariencia.
La aventura comienza una noche de Navidad, cuando Clara, la protagonista, recibe un singular regalo la lleva a descubrir un universo paralelo desconocido. Se trata de los cuatro reinos con sus cuatro referentes. Juntos deben enfrentar la amenaza inminente de la destrucción de una obra que Clara descubre que es gran legado de su madre, considerada la reina de ese mundo secreto.
Con un enorme e impecable despliegue técnico y una imaginación desbordante, "El cascanueces y los cuatro reinos" cumple no sólo con los preceptos estéticos de una trama de cuento de hadas, sino que también reúne en un mismo proyecto la posibilidad de redescubrir un clásico a un segmento tradicional de espectadores que además pueden disfrutar los adultos.