Basado en el best seller publicado en 2011 por Ferdinand von Schirach, este thriller judicial aborda un caso aparentemente sencillo (un asesinato a sangre fría ocurrido en la Berlín de 2001 que vemos en la primera escena), pero que en verdad tiene antecedentes, implicancias, connotaciones y efectos mucho más complejos y en primera instancia impredecibles.
El protagonista de este film de Marco Kreuzpaintner es Caspar Leinen (Elyas M’Barek), un abogado novato al que le es asignada la defensa de Fabrizio Collini (el mítico Franco Nero), un veterano italiano que es el autor del crimen de un magnate industrial con el que abre la historia. El hombre ni siquiera quiere hablar con su letrado para encaminar en algo su defensa ni declarar por lo que el juicio parece de fácil y rápida resolución.
Sin embargo, Caspar -el típico joven idealista y principista- se toma su trabajo muy en serio y no tardará en descubrir que detrás de ese asesinato hay una compleja madeja de confabulaciones, silencios y una justicia como la alemana siempre dispuesta a tirar la basura debajo del sillón, sobre todo si hay cuestiones ligadas con el nazismo de por medio.
El film -sólido, clásico, atrapante, muy bien actuado- apela a varios lugares comunes “de guión hollywoodense” a la hora de trabajar las cuestiones afectivas del protagonista (con las mujeres, con su padre) o a unos flahsbacks sobre el terror nazi demasiado explícitos y maniqueos. De todas maneras, más allá de sus concesiones, se trata de un valioso ensayo sobre cuestiones siempre controvertidas como la justicia por mano propia, la obediencia debida, la corrupción del poder, y cómo sostener la ética y la moral dentro de un degradado sistema legal.