El Caso de Richard Jewell: Convertirse en un héroe.
Clint Eastwood vuelve con su sentimentalismo a entregarnos una película biográfica basada en una historia real sobre el atentado terrorista en los Juegos Olímpicos de Atlanta.
Esta película, con momentos tan conmovedores que te golpean el pecho como la onda expansiva de una bomba, cuenta la historia del guardia de seguridad estadounidense Richard Jewell (Un estupendo Paul Walter Hauser), que salva miles de vidas de la explosión de una bomba en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, debido a un ataque terrorista. Es basada en una historia real, y como todo lo real, no todo es color de rosas, ya que es difamado por periodistas y la prensa al informar que él era el mismísimo terrorista.
Esos momentos de impotencia y desazón están puestos en pantalla tan crudamente gracias a las actuaciones y un buen guion basado en un artículo de Marie Brenner publicado en 1997 llamado American Nightmare: The Ballad of Richard Jewell. Sin embargo Clint Eastwood y el guionista Billy Ray (Overlord -2018-, Captain Phillips -2013-) se toman bastante libertad en eso, lo que trae controversias allá en el país del norte.
Primero con respecto a las controversias: el público, o principalmente los sectores de la prensa, no están de acuerdo en cómo retrataron a la periodista Kathy Scruggs, interpretada por Olivia Wilde, que defendió a su papel en una serie de tweets. Lo que pasa es que el personaje se ofrece a intercambiar sexo por información relevante ante un agente del FBI. Scruggs falleció en 2001 y según sus allegados ella tenía una carrera intachable. Más allá de eso, las actuaciones, incluida la de Wilde, son magníficas.
También lo tenemos a Sam Rockwell como el abogado Watson Bryant, que le otorga la mirada más entusiasta y más cercana al público, a veces diciendo lo que nosotros pensamos de esos oficiales del FBI que intentan inculpar al protagonista. Esos hombres de la ley están liderados por el gigante Jon Hamm, del cual los periodistas no se quejaron si es que los cineastas se tomaron alguna libertad en su personaje.
Por otro lado están los Jewell. Bobi, la madre del protagonista, es interpretada por una brillante Kathy Bates que fue nominada a los Golden Globes como mejor actriz de reparto por este film. Ella logra llenar de lágrimas la pantalla con uno de los monólogos de madre mejores vistos en el cine. Bobi puede recordar a cualquier madre que no sabe cómo proteger a su hijo de las injusticias del mundo. Y él, Richard Jewell, es el que sostiene toda la película con una actuación formidable de la sorpresa del año, Paul Walter Hauser, el cual si no es nominado como mejor actor en los premios Oscars, debe ser por razones más allá del talento. Se lo merecería. Él logra que te encariñes con el personaje, y hasta dudes de Richard, con ese paso en el campus que apreciamos al comienzo de la película. Hacia el final tiene escenas muy conmovedoras. Esas lágrimas, esa ira contenida, la impotencia que está al borde de la pantalla, todo está reflejado con tanta naturalidad y empeño en la actuación que los ojos del espectador estarán llenos de lágrimas.
Puede recordar por momentos a Sully (2016), otro film de Eastwood, o hasta documentales como Making a Murderer (2015). Hay un gran comienzo, y con su clásico ritmo, Eastwood te mete de a poco en la trama que no tiene tanta originalidad, apoyándose solo en la gran historia verdadera que sufrió Jewell. La película te deja en claro que hubo casos anteriores en que, por ejemplo, un bombero ocasiona un incendio para salvar a todos y proclamarse héroe, entre otras historias verídicas. Esa duda existe, a pesar de que sepamos el final. Algo destacable de cualquier obra en la que tengamos noción del final y aun así el viaje te impacte.
En lo que falla es en el vago, nada llamativo, estilo visual. No debería serlo, ya que con toda esa prolijidad la película te lleva a recorrer 2 horas de una historia espléndida. De todas maneras, Eastwood con poco hace mucho, como con un simple montaje paralelo entre una competencia de 200m y una pieza clave en la investigación. Lo triste, si es que con todo lo que sucede en la película no alcanza, es que esta obra si hubiese llegado años antes, tendría mucho más valor para cierta persona.