Otro acierto de Clint Eastwood
Alguien que hace lo que debe hacer y sobre quien caen las peores sospechas justamente por hacer lo que se debe hacer.
Como en Sully, como en Francotirador, en este nuevo film de Clint Eastwood (que nunca más hará una película mala, queda clarísimo) es sobre alguien que hace lo que debe hacer y sobre quien caen las peores sospechas justamente por hacer lo que se debe hacer.
El caso es real, el de un tipo obeso que intentó ser agente del orden y que, por perspicacia, por azar, logra salvar muchas vidas antes de que cierta bomba estalle. Pero luego comienzan a investigarlo y pasa de héroe a verdugo para una opinión pública voluble y para un sistema de seguridad que requiere propaganda a favor.
Eastwood nuevamente toma con mano firme el tema de la moral y de la ética, de la diferencia entre ambas, y del prejuicio (porque eso es lo que está en el fondo de toda la cuestión) como motor de condenas y alabanzas. De cómo los hechos importan menos que la impresión de los hechos, digamos. Como siempre don Clint nos habla del tiempo en el que vivimos sin conceder un ápice ni a la corrección política ni a la demagogia. Y salimos satisfechos: es cine y de eso se trata.