Destin Daniel Cretton, realizador de “El castillo de cristal”, ya en sus anteriores trabajos como “I am not a hipster” (2012), la vida de un joven músico independiente que vive solitario en un mundo propio, en el que nadie puede entrar para no perturbar sus temores, y "Short term 12", de 2013, anticipa un panorama semejante en un corto profundamente dramático y creíble sobre niños en riesgo.
Nacido en Hawai, Cretton estudió cine en San Diego y allí, antes de graduarse, tuvo la experiencia de trabajar en un refugio de niños preadolescentes y adolescentes en peligro. Su primer corto fue “Deacon's mondays” (2007), sobre un joven jardinero que mata un pájaro con la cortadora de césped. El segundo fue "Short term 12", antecedente de su segunda película.
“El castillo de cristal”, tercer filme de Destin Daniel Cretton, es una adaptación del best seller del 2005 “The glass castle” de la periodista y escritora Jeannette Walls. El libro, como suele suceder, es mucho mejor que la adaptación que realizaron Cretton y Andrew Lanham, porque el universo turbulento e indigente de la familia disfuncional, que presenta el filme, en la novela es mucho más conmovedor y complejo, a la vez que está involucrado en una resonancia emotiva más profunda.
“El castillo de cristal”, parecería haber sido una elección de Destin Daniel Cretton para dirigir otra película sobre niños en conflicto, especialmente protagonizada por actores estelares como Woody Harrelson, Naomi Watts y Brie Larson, su estrella de "Short erm 12". Pero en las manos de Cretton este cuento asentado en hechos de una especie de bicho raro, con una crianza dentro de un ámbito indigente, suena falso. El filme se basa en los complicados recuerdos personales de una escritora acerca de su infancia traumática, y sin embargo, se siente como un cuento de Hollywood empalagoso, en el cual un trauma brutal finaliza con una bonita reverencia a ese extemporáneo hippismo.
La historia se centra en Jeannette (Brie Larson, protagonista también del corto “Short term 12”, “Kong, la isla de la calavera” y “Basmati blues” (2017) , sus hermanas Lori (Sarah Snook, “La modista” -"The dressmaker",2015), Maureen (Brigette Lundy-Paine, “Irrational man” 2015), y su hermano Brian (Josh Caras, "Hell on wheels" TV- 2015, “Veep” TV, 2014), a quienes sus padres los mantuvieron fuera del sistema, lo que les permite realizar actos que ponen en peligro sus vidas como en el caso de la protagonista, quien por cocinar salchichas prende fuego a sus ropa.
Por la irresponsabilidad del padre Rex (Woody Harrelson, “Natural born killer”, 1994, “Transsiberiam”, 2008), un soñador alimentado por el flujo constante de alcohol, y la madre Rose Mary (Naomi Watts, “King Kong”, 2005, “Easters promises”, 2007) que pinta, evadida de la realidad, cuando sus hijos piden comida. Por otra parte los niños son arrastrados a una sucesión de viviendas destartaladas, en algunos casos convertidas en basurales, situaciones de enfrentamientos extremadamente agresivos, en algunos casos ser testigos las niñas, y defender, del abuso de la abuela a su hermano. Con los años comprenderán que ese perverso hecho también había ocurrido con su padre.
Los padres, pero especialmente el padre, crea un paraíso artificial en el cual regala estrellas para navidad, y constantemente rediseña un castillo de cristal en el cada uno de los niños agrega un elemento todos los días. Esa imagen del padre creó en cierto modo una mirada transubjetiva (espacios psíquicos inter-intra y transubjetivo) en los niños, es decir, según ciertos psicoanalistas, en pensar sobre dos espacios: el de dentro y el de fuera de cada sujeto.
En el caso de los niños era convivir con el de dentro, la realidad de sus padres, y el de fuera, tratar de escapar a como diera lugar de ese mundo sórdido que les proponían. El de fuera era la esperanza de un modo diferente de vida, para ello ahorran dinero para ir a la universidad que en la mayoría de los casos su padre les arrebata para beber.
El universo desordenado y angustiante paterno los ahogaba y los llevaba a situaciones extremas como en la secuencia del bar, en que el padre se juega en el billar, y en cierto modo la obliga a acostarse con su contrincante para ganar unos dólares y luego invertirlo en alcohol.
Sus padres son unos perfectos desclasados como un rezago de la contracultura hípster re categorizada por los hippies Los hípsters, aparecidos en los ‘40, están en contra de las convenciones sociales y rechazan los valores de la cultura comercial predominante (el mainstream), y ángeles caídos del hipismo de los ‘60 en los que librepensadores, y soñadores de un mundo de paz y amor se transforman en los perdedores del lower east side (la parte baja del este).
El filme se estructura en flashback que se alternan entre la actualidad de Janette en los ‘80 y sus recuerdos, que están divididos en varias etapas de su vida. Es una especie de canavá en el cual cada hilo que sostiene un recuerdo se trenza con otro que da una réplica al anterior. Es como si la mirada del presente le permitiera a la protagonista obtener esas respuestas y justificar en cierto modo los hechos del pasado.
Los que corresponden a la infancia se relacionan con la admiración que la pequeña Janette y sus hermanos sienten. especialmente por su padre que fabrica castillos en el aire para ellos. Ese mito paterno se irá desgajando a medida que crecen y comienzan a ver las fisuras que ese mundo ideal que les crearon sus padres y las falencias de éstos.
La otra mirada es la de Janette adulta, periodista, exitosa y comprometida con un yuppie, que también vive ajeno a la realidad, fuera de las inversiones y el dinero, que trata de olvidar lo vivido y aborrece a sus padres por continuar en esa falsa ilusión infantil. Ellos son la mirada opuesta a sus propios sueños y porque la obligan a hurgar en su memoria permanentemente, que le trae obstinadamente a este grupo mixto casero y las vidas de sus habitantes, con imágenes y escenas que, por más transparentes que sean, siente como si hubieran sido atrapadas caminando sobre un esquizofrénico sinfín.