Drogas en continuado
Convertir un drama social en un narco-thriller que surca las calles de Santa Fe capital y los ríos de Rincón es un desafío del que, con maestría narrativa y personalidad técnica, ha sabido enfrentar el director santafesino Agustín Falco de una película, su ópera prima, producida íntegramente en la provincia con subsidios, equipos y elenco de la región. La decisión de filmar la historia a través de la técnica del plano-secuencia (esto es, cuando la cámara se mueve con la acción generando largas escenas sin cortes) y además hacerlo con continuos primeros planos del protagonista es, de entrada, un riesgo del que “Cauce” sale absolutamente airoso. Quizás sea por la muy interesante búsqueda de no circunscribir el relato a lo típicamente icónico, ofreciendo otros detalles desde la perspectiva de los personajes o desde la paleta de sonidos que los rodea. Un joven de clase media se queda sin trabajo, y sin decírselo a su familia, se enreda casi de casualidad, u obligado por las circunstancias, en la fallida entrega de un cargamento de drogas. Ariel es Juan Nemirowsky (el mismo del capítulo “Sueño de barrio” de “Lo que se dice un ídolo”, la película sobre cuentos de Fontanarrosa, y de la serie policial “Balas perdidas” sobre el caso Fendrich que fue este año por la Televisión Pública), a lo mejor también responsable de la intensa atención que demanda el filme gracias a su calidad interpretativa. No es fácil tener una cámara delante de sí toda la película e ir construyendo los climas sólo con el rostro en primer plano. Con todo, “Cauce” es un negro cuento sobre las nuevas formas de delincuencia en nuestra zona contada por gente de acá, con recursos santafesinos y con la provincia como set de filmación. Para imitar.