Pasión por la redonda
De los Estudios Aardman, el clásico exponente de la animación británica, nos llega El cavernícola (Early Man, 2018) una comedia fallida y en la que el fútbol se presenta como una posibilidad de detención del progreso. Cualquier parecido con Metegol (2013) de Juan José Campanella es pura coincidencia.
El fútbol. Pasión de multitudes. Hordas de seres humanos se atestan en los estadios a ver a hombres corriendo detrás de una pelota. ¿Cuándo es que este deporte comenzó a ser el preferido de las audiencias? Según Nick Park (Pollitos en fuga) hace miles de años.
Dug es el más pequeño de su tribu de cavernícolas. Para trascender apela siempre a su inteligencia. Cuando llega a la aldea una comitiva de un malvado, avaro y siniestro Lord, Dug verá cómo este villano querrá apoderarse del lugar. Disputar un match de fútbol para recuperar sus tierras, abre la aventura de la película: la formación de un equipo con la chance de ganar o ganar.
El cavernícola descansa su encanto en la tradicional animación a base de plastilina, apoyándose, además, en arquetipos del estudio (rasgos, movimientos, escenarios) y en la contraposición de las aldeas para narrar una vez más el clásico “civilización o barbarie” ahora en clave de cuento épico.
La mención anterior a la película del realizador argentino tiene incidencia cuando en aquella aventura un partido de fútbol sería la chance de recuperar un pueblo en el que la pasión por el fútbol era moneda frecuente, algo que aquí se reitera sumando la “invención” del deporte y el enfrentamiento en una arena romana.
Mientras en la primera parte se plantean algunos puntos esenciales para avanzar luego en el match final, y la demostración, claro está, con moraleja incluida -en un equipo nadie es mejor que todos en conjunto-, en la segunda, a fuerza de gags y algunos punchlines (el cerdo que a toda costa quiere jugar al fútbol) se desarrolla el partido y se profundiza sobre personajes y sus relaciones.
El evidente choque de culturas, la idea imperante en todo momento que el progreso siempre es mejor que cualquier estadío anterior, van dejando una notoria ideología capitalista en cada escena, ideología que peligrosamente, en un producto infantil, va sembrando un imaginario pro avances, sin siquiera medir consecuencias.
La amistad, la familia, el trabajo en equipo, la honestidad, y, principalmente, la lealtad, son algunos de los valores con los que El cavernícola trabaja, y que pese al refuerzo de estos, su poco novedosa historia, terminan por generar una estructura narrativa simple, clásica, con sólo dos giros, pensada para los más pequeños y aquellos que los acompañarán sin más que encontrar un producto con muchas similitudes a otros relatos.