Récord de ineficacia
Debe haber muy pocos casos en la historia del cine de una comedia (al menos en ese género intentan encuadrar a El caza recompensas) que apueste a un gag o un chiste verbal cada 30 segundos y que nunca (¡nunca!) dé en el blanco. No hay un solo momento en los larguiiiiiiiiisimos 110 minutos de este despropósito en el que al menos un atisbo de inspiración artística fluya desde la pantalla como para que el espectador esboce una mínima sonrisa (ya no digo una carcajada).
¿Qué se puede decir de este film? Que intenta combinar dos esquemas básicos (la guerra de los sexos y una trama de corrupción policial) y no funciona en ninguno. Gerard Butler (¿alguien puede creer que este señor es un buen comediante?) y Jennifer Aniston se han divorciado. El fue expulsado de la policía y ahora se dedica a cazar fugitivos de la justicia. Ella es una ambiciosa periodista que ha tenido un problema menor con la autoridad pero que, al no presentarse ante la Corte, ha quedado como fugitiva. El, entonces, recibe el encargo de atraparla y la idea, claro, le encanta. La persigue, la atrapa en Atlantic City (una versión berreta de Las Vegas), luego los persiguen los malos, se enamoran de nuevo, se pelean de nuevo y así... todo con una torpeza, una obviedad y una factura tan rudimentaria que da vergüenza ajena. Lo de Andy Tennant (Por siempre Cenicienta, Hitch: especialista en seducción, Amor y tesoro) es tan pobre que hasta Rodolfo Ledo hubiese hecho un trabajo más digno.
Intentar aquí hablar de las comedias de re-matrimonio, de Doris Day, Rock Hudson, Spencer Tracy, Audrey Hepburn o de cualquier elaboración "teórica" a las que muchos críticos suelen apelar sería una falta de respeto a la historia del cine. Lo único que se puede hacer con El caza recompensa es olvidarla lo más rápido posible. A partir del punto final que pondré dentro de pocos segundos prometo hacerlo yo también. Ya está.